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ansiedad

¿Cómo intervenir la ansiedad?

1. ¿Qué es la ansiedad?

La palabra ansiedad proviene del latin anxietas, y significa congoja o aflicción.  Es una una emoción psico-biológica básica; en última instancia, se trata de un mecanismo de defensa que moviliza al organismo, provocando una alerta que le permite intervenir frente a situaciones que percibe como peligrosas, reales o bien en forma de amenaza para el sujeto(subjetiva). Esta es la llamada ansiedad normal, que tiene un carácter adaptativo. Su objeto es la preservación del individuo, controlando los eventuales daños que esta situación desagradable pudiera acarrear al sujeto. La ansiedad patológica es cuando no coincide la percepción del sujeto sobre la amenaza con la situación que está sucediéndose, derivando en un tipo de respuesta desmedida. Para el sujeto puede ser muy incapacitante.

La intervención del organismo da lugar a que no se precipiten (el peligro o la amenaza) o, en su caso, que se minimicen sus consecuencias (Cía, 2007). El malestar de la ansiedad se caracteriza por desorientación, inquietud, incertidumbre o bien una preocupación, por una inseguridad o temor ante lo que se siente como una amenaza inminente, (real o imaginaria). Este concepto es equivalente al empleado como angustia-señal. En otros textos hemos hecho referencia a que inicialmente se hablaba de angustia, para, posteriormente formalizarse, entre otras cosas por la lengua inglesa, como ansiedad.

Otra distinción es entre ansiedad positiva y adversa. La positiva (o paranoide) se precipita como consecuencia de un acontecimiento excitante para el sujeto, un evento social, por ejemplo. En cambio, la ansiedad adversa (o depresiva) puede emerger a partir de un duelo, o de un abordaje obsesivo.

La aparición de la ansiedad es a partir de un conflicto psíquico entre la pulsión que aspira a una satisfacción pero que no puede aceptar una de las partes constituyentes del aparato psíquico (Yo). Esta instancia toma la opción de defenderse ante el empuje de las pulsiones provenientes del reservorio inconsciente del Ello. Para Freud, la ansiedad es un estado afectivo en el que se precipitan sentimientos y pensamientos desagradables, molestos, y fenómenos ligados a la psicosomática, operando cambios fisiológicos. Es importe añadir que es la subjetividad la que está implicada en el malestar propio de la ansiedad; es una combinación de síntomas fisiológicos y cognitivos, expresando una reacción de sobresalto donde el sujeto se propone buscar una salida al peligro que intuye.

Por tanto, la ansiedad puede manifestarse en:

  • nivel cognitivo:pensamiento distorsionado sobre una situación que se percibe como amenazante y desencadena una emoción de miedo.
  • nivel motor:acciones de nuestro cuerpo para producir movimientos ante alguna amenaza; por ejemplo, salir corriendo
  • A nivel fisiológico: respuestas del organismo como taquicardia, sudoración, o temblores.

2. El alcance de la ansiedad

La expresión de la ansiedad puede depositarse en situaciones localizadas o determinados objetos, véase en las fobias, y en una sensación crónica de ansiedad generalizada. La ansiedad localizada a situaciones o a objetos suele manifestarse en un comportamiento evitativo que restringe la libertad del sujeto en el desarrollo de su vida; al estar localizada puede controlar la ansiedad mejor, evitando el objeto que la precipita.

La ansiedad crónica conlleva un monto de sufrimiento considerable e indica una situación de peligro interno constante y fundamental, de lo cual la persona no es consciente, aunque perciba una inestabilidad importante, sintiendo el peligro significativamente mayor.

3. Intervención de la ansiedad

Primero, se conceptualizó la ansiedad como un exceso de tensión que no era liberada o descargada, y después se la tomó como una señal de peligro emocional inconsciente.

Klein propuso pensar a la ansiedad en relación al miedo de la aniquilación, esto es, de ser dañado de alguna forma; más tarde, se precipitó la idea del miedo de perder a alguien o a algo importante.

Estas consideraciones son relevantes porque hicieron desarrollar formas de intervención ante la ansiedad.

De forma general, para el abordaje de esta sintomatología hemos de proceder al igual que con cualquier otro síntoma, deconstruirla para poder alcanzar un conocimiento emocional de la escena inconsciente que constituye un peligro para el sujeto, y esto nos va a conllevar per-seguirla hasta su origen; alcanzaremos a tener constancia de su insistencia en su manifestación, procederemos a que el sujeto pueda elaborarla, manejarla y hacer algo distinto con ello.

A partir de los trabajos de M. klein, otros autores desarrollan formas concretas para la intervención en cómo manejar la ansiedad, en dirección a reducirla; para ello, haremos referencia a tres conceptos:

  • La contención de Bion
  • El sostenimiento (holding) de Winnicott
  • La terceridad de J. Benjamin

Estos conceptos tienen similitudes entre sí: La influencia kleiniana sobre la ansiedad prematura, la intervención materna como contención y transformación de la ansiedad, el desarrollo prematuro de un Yo que es débil frente a las exigencias de las otras instancias psíquicas. El lugar del terapeuta en su intervención estará bajo esta marca.

Los tres conceptos postulan una actitud del terapeuta en el espacio terapéutico. Abordan el cómo manejar la ansiedad porque esta atraviesa el desarrollo temprano del bebé de forma muy determinante.

3.1. ¿Qué es la contención de Bion?

Crea el modelo continente-contenido. Bion sostiene una similitud entre la pareja analítica y la situación de lactancia materna. La propuesta es que no solo la madre da el pecho para calmar y satisfacer al niño, sino que, a la vez, actúa como órgano receptivo del dolor emocional del niño y es capaz de aliviar ese dolor y transformarlo en algo soportable. En general, según Bion, la transformación del dolor representa el paso de O (terror sin nombre) a K (conocimiento); es decir, algo así como pensar lo impensable. Para Bion, la presencia gratificante del pecho es determinante para aprender a hacer frente a las emociones y poder cambiarlas, dando lugar al aprendizaje emocional.

Bion describe la capacidad de ensoñación de la madre como un estado de ánimo receptivo, que da lugar a captar el temor proyectado del niño. Bion introduce la idea de ensueño maternal a la idea de identificación proyectiva y explica como el ambiente, a través de las relaciones primarias, afecta al desarrollo intrapsíquico.

El proceso de contención es un modelo relacional del funcionamiento mental que se resume de la siguiente forma: la comunicación de un estado mental del emisor al receptor (“contenido”); la transformación de este contenido por el receptor que los “contiene” a través del trabajo psíquico; este contenido transformado, y la función de contención, se puede someter a un proceso de re-introyección del que se encarga la figura del emisor.

Este concepto es susceptible de aplicarse a una forma especial de comunicación inconsciente en relaciones diádicas y en grupos, y en el propio proceso terapéutico.

En una situación clínica, el proceso de contención es muy importante porque implica al desarrollo de la capacidad de pensar y de simbolizar. Técnicamente, va más allá de soportar las muestras de dolor del paciente en silencio. La contención abarca la identificación, transformación e interpretación del dolor.

El contenido tiene una naturaleza penetrante y el continente una naturaleza receptiva/receptora. La particularidad es que estas funciones (continente y contenido) se dan en todas las relaciones, independientemente del género. El contenido penetra en el continente, que lo recibe e interactúa con él, creando así un nuevo producto.

Bion postula que contener implica una actividad y un proceso que facilitan la formación del pensamiento y su transformación en palabras; la recepción es activa.

3.2. El sostenimiento (holding) de Winnicott

Winnicott desarrolla el concepto de madre suficientemente buena. Deposita en esta figura tres funciones que serán fundamentales para la formación del yo del niño. Las funciones operan desde una dependencia absoluta, pasando por una dependencia relativa, hasta la tendencia a alcanzar la autonomía.

  1. Sostenimiento o Holding. Hace referencia a la forma en que la madre toma en sus brazos a su hijo; esta manera está asociada a la capacidad de ésta para identificarse con él.
  2. Manipulación. Marcará en el niño la tenencia de las herramientas para discriminar lo real de lo irreal.
  3. Mostración de objetos. Movilizar en el niño para que adquiera la capacidad de relacionarse con los objetos de la realidad.

El inicio del desarrollo el Yo se encuentra sometido a la presión de las situaciones tempranas de ansiedad, a las exigencias del Ello y del Superyó y debe ejercer su poder para satisfacer a ambos; siendo el Yo aún inmaduro su labor será dominar la presión de la ansiedad.

Si no hay un ambiente facilitador, el Yo será extremadamente débil. En casi todos los casos la madre o figura materna se ofrece como soporte del Yo, y si lo hace suficientemente bien, el Yo del bebé será fuerte y tendrá su propia organización.

En el proceso aportado por Winnicott se pueden precipitar fallas en la función materna; esto es, una madre que no ha podido lograr una identificación con el estado original de indiferenciación del bebé, bien porque el contacto sea deficiente o interrumpido tempranamente en la diada madre-bebé. La consecuencia es que el niño no sale adelante y configura un falso self.

El sentido de sostener físicamente al niño adquiere, también, el valor de sostén emocional y afectivo. Esta función de sostén hace, por un lado, que el cuerpo pueda manifestarse de forma libre y espontánea, y que se desarrolle el pensamiento. Son estos dos componentes, cuerpo y pensamiento que armarán la mente del bebé.

Si se produce una falla en el sostén, Winnicott apunta que se precipitarán las agonías impensables o la amenaza de aniquilamiento (cierta equivalencia al concepto de ansiedades catastróficas postulada por Klein). El mundo interno, para Winnicott, se encuentra siempre anudado al entorno cuidador.

Esto permite vehiculizar la intervención terapéutica: cuando un terapeuta observa un estado de ansiedad en su paciente, se hará la pregunta que vincula al paciente y al terapeuta: lo que le sucede al paciente tendrá que ver con una falla del terapeuta (“¿qué me sucede a mí, en qué he fallado”).

Winnicott establece que el elemento fundamental en la intervención terapéutica es la relación misma entre paciente y terapeuta; la propuesta de este autor sintetiza que son dos sujetos que establecen un vínculo de confianza que dará lugar a la investigación de las vivencias del paciente, incluida la relación entre ambos.

3.3. La terceridad de Benjamin

Introduce el concepto de tercero y de cesión (Ghent): “El tercero es aquello a lo que cedemos y la terceridad es el espacio mental intersubjetivo que facilita la cesión o es el resultado de ella”. El tercero puede hacer referencia una persona, sin embargo, su característica es más amplia, es un espacio genérico que se abre a partir de una relación.

Benjamín relaciona la terceridad con el espacio potencial de Winnicott, y la define como “…/… una cualidad o experiencia de la relación intersubjetiva que tiene como correlato cierto tipo de espacio mental interno”.

La terceridad nace de la experiencia primaria madre-hijo; está relacionada con la adaptación de la madre a los ritmos del bebé, con la sintonización afectiva entre ambos y con el juego compartido. Este primario compartir inaugura la ritmicidad; Benjamin lo toma como preludio de la terceridad. Se trata de un espacio co-creado, una especie de terceridad (lo crean los dos y ninguno) basada en la unicidad.

Este preludio es definido por Benjamin como el uno en el tercero.

Ante las demandas del niño, la madre mantiene una doble estadía: se identifica con su hijo y, a la vez, mantiene un lugar de observación desde fuera, que es lo que le permite tener la conciencia de que el sufrimiento finalizará. Al igual que favorece que tenga contacto con sus propias necesidades, en muchas ocasiones opuestas a las de su hijo. Esta posición, Benjamin la postula como tercero en el uno.

Cuando Benjamin realiza a trasposición al espacio terapéutico indica dos posiciones posibles para el terapeuta: el tercero sin el uno y el tercero en el uno. El terapeuta puede soportar los ataques del paciente apelando a su tercero interno, aquel que hace de tercero entre el paciente y el terapeuta: la teoría, y, desde ahí ocupar un lugar de observación sobre la situación sin conectar ni identificarse con el paciente. Esta actitud correspondería a lo que se llama el tercero sin el uno, un tercero que, ciertamente, no puede ser compartido con el paciente.

El segundo lugar posible para Benjamin se centra en que el terapeuta opere desde su tercero moral: ceder hacia el punto de vista del paciente, sentir su dolor, bajo el mantenimiento de la actitud del observador, es decir la posición del tercero en uno.

Como cierre, indicaremos que la terapia psicodinámica postula una escucha activa, que permite al terapeuta abrirse a una identificación con la experiencia subjetiva del paciente, a la vez que le dirige al conocimiento de su significado inconsciente. El terapeuta está activamente implicado y emocionalmente sintonizado con la experiencia subjetiva del consultante.

La terapia, la mejor opción para superar la ansiedad

Ayuda a los pacientes a descubrir los motivos subyancentes de su ansiedad, le enseña a relajarse y a desarrollar nuevas habilidades ante nuevos problemas. La terapia ofrece a las pacientes herramientas para superar la ansiedad y enseña cómo usarlas.

Profundizar en la ansiedad y en otros aspectos de la psicología clínica es una buena opción para los terapeutas a la hora de abordar este tipo de situaciones en terapia.

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