Introducción
El peritaje psicológico como proceso de evaluación psicológica alcanza su finalidad con la emisión de un informe; para culminar este aspecto requiere de la aplicación de diferentes técnicas de evaluación. Así, A. Ávila y C. Rodríguez señalan que “La evaluación de las capacidades o competencias para someterse a un juicio, de la imputabilidad de unos hechos, de las competencias para la custodia o del daño psicológico sufrido por una víctima requieren la aplicación por parte del perito psicólogo de una serie de técnicas, unas propias de la psicología clínica y otras más específicas de la psicología forense”.
Junto a los instrumentos clásicos para la evaluación de la inteligencia, de la personalidad, del deterioro neuropsicológico o de diferentes trastornos clínicos, se han elaborado diferentes pruebas para la evaluación de aspectos específicos de la psicología forense. En este texto, nos proponemos señalar las pruebas más importantes.
A) Se recogen las diferentes técnicas propias de la psicología clínica que tienen cabida dentro de la psicología forense
B) Técnicas de evaluación propias de la psicología forense.
A. Técnicas de evaluación en psicología clínica aplicadas en el ámbito de la psicología forense.
1. Evaluación de la inteligencia
WAIS-III, WISC-R, K-ABC, Matrices Progresivas de Raven
2. Evaluación Neuropsicológica
Test Barcelona, CUMANIN
3. Evaluación de la personalidad
EPQ (A-J), EPI, 16PF-5, PPG-IPG, MMPI-2, MCMI-II
4. Evaluación de la adaptación
ESFA, IAC, TAMAI, BAS (1,2 y 3), EHS
5. Evaluación de trastornos específicos
BDI, STAI, ISRA, CAS, STAI-C, CDS, STAXI-2, A-D
6. La entrevista psicológica clínica
Entrevista directiva, no directiva y semi-directiva.
B. Técnicas de evaluación específicas en psicología forense
1. Evaluación de la veracidad del testimonio
La entrevista cognitiva, el registro psicofisiológico (polígrafo)
2. Evaluación de trastornos de la personalidad psicopatológica
PCL-R, PNP
Técnicas de evaluación en psicología clínica aplicadas en psicología forense
1.Técnicas de evaluación de la inteligencia
El uso de test de inteligencia en el ámbito de la psicología forense es necesario de cara a conocer las capacidades cognitivas del sujeto que es objeto del peritaje judicial; la capacidad intelectual puede determinar y condicionar múltiples decisiones acerca de un individuo en particular.
Los test más importantes y utilizados en la evaluación de la inteligencia en adultos son:
• Escala de Inteligencia de Wechsler para adultos-III, WAIS-III y Matrices progresivas de Raven.
Escala de Inteligencia de Wechsler para Adultos: WAIS-III-Wechsler, 1999.
El WAIS constituye uno de los instrumentos de evaluación más importantes y generalizado dentro de la evaluación de la inteligencia. Después de años de su aparición en España, se edita en 1999, Ediciones TEA, una nueva adaptación. Esta versión supone una serie de cambios importantes con respecto a la anterior. Entre las novedades destacan la actualización de baremos, se amplía el ámbito de edad en la versión anterior del WAIS tenían como grupo de mayor edad el de 35-44 años; en esta nueva versión se incluye sujetos de hasta 94 años en sus baremos.
Dentro de los subtest que forman parte del WAIS-III se encuentran
• Las figuras incompletas • El Vocabulario • Clave de números • Semejanzas• Cubos • Aritmética • Matrices • Dígitos • Información • Historietas •Comprensión • Búsqueda de símbolos • Letras y números • Rompecabezas
El WAIS-III proporciona, además de las tres puntuaciones clásicas en cociente intelectual (cociente intelectual verbal, CIV; manipulativo, CIM; y total, CIT), cuatro índices diferentes: comprensión verbal, CV; organización perceptiva, OP; velocidad de proceso, VP; y memoria de trabajo, MT; proporcionando una interpretación más completa del funcionamiento cognitivo del sujeto.
El WAIS, además, permite obtener un índice de deterioro neuropsicológico que puede servir de llamada de atención para aplicar alguna batería neuropsicológica. El cálculo de este índice parte del presupuesto de que mientras en algunos subtest el rendimiento se mantiene a lo largo de toda la vida, en otros su rendimiento se va deteriorando a medida que pasan los años.
Matrices progresivas de Raven
Las Matrices Progresivas de Raven subsanan los factores académicos y/o culturales: evalúan el factor G de la inteligencia, inciden en un rendimiento exento de los condicionantes académicos. Existen tres versiones diferentes: versión general (SPM), versión infantil (CPM) y dotación elevada (APM).
La versión general incluye cinco series de matrices con figuras geométricas. Cada una de las series incluye 12 problemas de dificultad creciente, excepto el primer ítem de cada serie que tiene menor dificultad que el último de la serie anterior. Cada matriz debe ser cumplimentada por completamiento guestáltico o por establecimiento de relaciones entre las figuras (razonamiento analógico en dos dimensiones: progresión horizontal y vertical).
El test proporciona puntuaciones centiles; existe la posibilidad de transformar estos en CI y poder realizar un paralelismo con las escalas de Wechsler.
La versión infantil, de 5 ½ a 11 años incluye 3 series de 12 elementos coloreados; la versión de dotación elevada está integrada por dos cuadernillos, uno de 12 elementos y otro de 36.
Respecto de los niños, disponemos de:
•Escala de Inteligencia para niños revisada, WISC-R y Batería de Evaluación de Kaufman, K-ABC.
Escala de Inteligencia de Wechsler para niños revisada: WISC-R. Wechsler, 1993.
El WISC-R permite evaluar la inteligencia infantil desde los 6 a los 16 años, muestra una estructura muy similar al resto de escalas de Wechsler. Nos permite la obtención de un cociente intelectual verbal (CIV), un cociente intelectual manipulativo (CIM) y un cociente intelectual total (CIT).
La escala incluye 12 subtest, distribuidos en 6 verbales (Información, Semejanzas, Aritmética, Vocabulario, Comprensión y Dígitos) y 6 manipulativas (Figuras incompletas, Historietas, Cubos, Rompecabezas, Claves y Laberintos).
Batería de evaluación de Kaufman (K-ABC) (Kaufman y Kaufman, 1997) Estimada para niños.
La batería de evaluación K-ABC de Kaufman evalúa la inteligencia de niños comprendidos entre los 2 ½ y los 12 ½ años; alcanza, por tanto, un rango de edad similar a las escalas de Wechsler para niños; una diferencia importante con respecto a estas es que el K-ABC no se centra tanto en los logros académicos o conocimientos. De este modo la batería se interesa más por los procesos que el niño realiza a la hora de resolver un problema que por la solución. Incluye dos escalas diferentes:
- Procesamiento mental (inteligencia fluida), con dos subescalas: escala de procesamiento secuencial y escala de procesamiento simultaneo.
El procesamiento secuencial implica la habilidad para resolver problemas cuyos elementos son presentados serialmente, uno tras otro; los estímulos guardan una relación temporal y lineal con los precedentes. Por su parte el procesamiento simultáneo alude a la habilidad para sintetizar la información necesaria para la resolución del problema, teniendo que integrar y sintetizar simultáneamente los estímulos para llegar a la solución correcta.
- Logro académico o conocimientos: inteligencia cristalizada. Esta escala evalúa los conocimientos y habilidades adquiridas en la escuela o de forma informal en el entorno del sujeto.
2. Técnicas de evaluación neuropsicológica
Dentro de los peritajes judiciales en ocasiones se precisa determinar posibles daños o lesiones neuropsicológicas que expliquen determinadas deficiencias cognitivas, psicomotoras, que pueda manifestar un sujeto y que dificulten o impidan la comparecencia en un juicio o sean la secuela de algún delito, o que impidan el ejercicio de las actividades cotidianas (incluso hacerse cargo de otra persona).
Para la evaluación neuropsicológica señalamos dos baterías diferentes, indicados para adultos y niños.
•Test Barcelona (sujetos de más de 20 años)
• Cuestionario de Madurez Neuropsicológica Infantil: CUMANIN. (para niños de 3 a 6 años).
Test Barcelona (Peña-Casanova, 1990)
El test Barcelona supone una sistematización de evaluación neuropsicológica realizada a partir de métodos clásicos recogidos de la literatura y de pruebas diseñadas por el propio autor, permitiendo una interpretación cuantitativa y cualitativa del paciente.
El perfil que se obtiene nos proporciona información sobre las siguientes variables: orientación, atención y concentración, lenguaje (oral, escritura y lectura), praxias, gnosias, memoria, abstracción, y cálculo y solución de problemas; para la elaboración del perfil, que sigue una escala en percentiles se tiene en cuenta la edad y los años de escolaridad del sujeto.
Este test incluye 42 subtest, de los que muchos de ellos incluyen varias pruebas; en algunas de ellas se tienen en cuenta el tiempo de resolución de la tarea, dando lugar a un total de 147 pruebas diferentes.
Cuestionario de Madurez Neuropsicológica Infantil (CUMANIN) (Portellano Pérez, Mateos Mateos, Martínez Arias, Tapia Pavón y Granados García-Tenorio, 2000).
El CUMANIN viene a ocupar el lugar de la falta de baterías neuropsicológicas en edades tempranas; puede ser aplicadas a niños entre 3 a 6 años. La prueba permite evaluar el grado de madurez neuropsicológica alcanzada por el niño, así como la posible presencia de indicadores de disfunciones cerebrales; consta de trece escalas; evalúa cuatro de las funciones mentales básicas que se deben incluir en cualquier evaluación neuropsicológica: lenguaje, memoria, motricidad y sensorialidad.
El test permite la elaboración de un perfil neuropsicológico, una vez transformadas las puntuaciones directas en centiles; además de las puntuaciones parciales en cada escala se puede obtener un cociente de desarrollo, así como una puntuación en desarrollo verbal y otra en desarrollo no verbal.
3. Técnicas de evaluación de la personalidad
La evaluación de los rasgos de personalidad normal o patológica es una constante en los peritajes judiciales. Conocer los patrones habituales de comportamiento de un determinado individuo se hace indispensable a la hora de tomar decisiones en el ámbito jurídico; así mismo, es necesario conocer si el sujeto evaluado presenta alguna psicopatología.
Toda esta información nos la proporcionan los diferentes test de personalidad elaborados a lo largo de la historia de la evaluación psicológica. Algunos de ellos nos permiten conocer si el sujeto tiene tendencia a mentir, o a simular (las escalas de deseabilidad social y simulación incluidas en muchos de estos test)
Evaluación de rasgos de personalidad normal (EPQ-A, EPQ-J, EPI, 16PF-5 y PPG-IPG)
El EPQ-J: aplicable de 8 a 15 años
El EPQ-A: aplicable a partir de 16 años.
Nos proporcionan información acerca de tres dimensiones básicas de la personalidad: neuroticismo, extraversión y psicoticismo o dureza, además de la sinceridad del sujeto.
El sujeto que puntúa alto en neuroticismo se caracteriza por ser ansioso, preocupado, con cambios de humor y frecuentemente deprimido; sus fuertes reacciones emocionales le dificultan una adaptación adecuada. Por su parte, el sujeto que puntúa alto en extraversión es sociable, buscador de excitación, arriesgado, despreocupado y optimista.
Una puntuación alta en psicoticismo muestra a una persona solitaria, despreocupada de los demás, que les crea problemas, puede ser cruel e insensible.
En el EPQ-J, además de la puntuación en estas tres escalas se puede obtener una puntuación en conducta antisocial o de propensión a la criminalidad.
Cuestionario de Personalidad (EPI) (Eysenck y Eysenck, 1994).
EPI (aplicable tanto a adolescentes como a adultos) evalúa dos dimensiones de la personalidad: neuroticismo (emotividad o ansiedad), estabilidad emocional y extraversión-introversión; incluye una escala de sinceridad. El sujeto que puntúa alto en neuroticismo tiende a ser emocionalmente hipersensible y presenta dificultades para recuperarse después de una situación emocional; así mismo, manifiesta con frecuencia estados de preocupación, ansiedad y otros sentimientos desagradables.
El sujeto que puntúa alto en extraversión tiende a ser expansivo, impulsivo, no inhibido y suele tener numerosos contactos sociales. Por último, la escala de sinceridad resulta fiable, válida y útil para identificar a los sujetos que tienden a responder en un sentido deseable.
16PF-5 (Cattell y Cattell, 2000)
El 16PF-5 es el test más utilizado en la evaluación de la personalidad. La ventaja de este instrumento frente a otros como el EPQ es que nos proporciona un perfil completo de la personalidad
Evalúa 16 factores diferentes (escalas primarias); además, la nueva estructura factorial del test lo incluye en la línea de los cinco grandes factores de personalidad, proporcionándonos una puntuación en cada uno de estos cinco factores o dimensiones globales (extraversión, ansiedad, dureza, independencia y autocontrol).
Perfil e Inventario de Personalidad: PPG-IPG (Gordon, 1996)
El PPG-IPG se puede aplicar a adolescentes y adultos; evalúa nueve rasgos básicos de la personalidad. El PPG permite una medida bastante simple de cuatro aspectos de la personalidad que resultan significativos en la vida cotidiana: la Ascendencia (Asc), la Responsabilidad (Res), la Estabilidad emocional (Est) y la Sociabilidad (Soc). Además, el perfil ofrece la posibilidad de una medida conjunta de Autoestima (Aut) basada en la suma de las puntuaciones en los cuatro rasgos anteriores.
El IPG es un instrumento complementario para medir cuatro rasgos adicionales: la Cautela (Cau), la Originalidad de pensamiento (Ori), la Comprensión (Com) en las relaciones personales y la Vitalidad (Vit) en la acción.
Todos estos rasgos pueden interpretarse como factores bipolares en los que una puntuación alta indicará que las características del sujeto están más cerca del constructo aludido con el término, mientras que una puntuación baja podría interpretarse como falta de las características de dicho rasgo.
Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota-2: MMPI-2 (Hathaway y McKinnley, 1999).
Su empleo sigue siendo algo habitual en el diagnóstico de trastornos psicopatológicos en población adulta.
La versión actual del MMPI-2 incluye junto a las escalas de validez y básicas clásicas otro grupo de escalas de contenido que ayudan a mejorar el diagnóstico clínico.
Las escalas de validez L, F y K se utilizan para controlar el grado de sinceridad del sujeto; a partir de estas escalas, podemos calcular el Índice de Gough que analiza la tendencia de respuesta del sujeto, controlando tanto la deseabilidad social como la simulación. Su valor se obtiene restando las puntuaciones directas de F y K (F-K). Esta puntuación para ser normal tiene que estar situada entre –9 y +9; un valor de +9 o superior muestra un intento de simulación por parte del sujeto y –9 o inferior un afán de mejorar la imagen (deseabilidad social).
También se describe diez escalas básicas: hipocondría, depresión, histeria de conversión, desviación psicopática, masculinidad-feminidad, paranoia, psicastenia, esquizofrenia, hipomanía e introversión social; por último, señalamos las quince escalas de contenido: ansiedad, miedos, obsesividad, depresión, preocupaciones por la salud, pensamiento estrafalario, hostilidad, cinismo, conductas antisociales, comportamiento tipo A, baja autoestima, malestar social, problemas familiares, interferencia laboral e indicadores negativos del tratamiento (Hathaway y McKinnley, 1999).
Inventario Clínico Multiaxial de Millon-II: MCMI-II (Millon, 1998).
El MCMI-II es el instrumento más utilizado en la evaluación de los trastornos de personalidad en personas adultas. El cuestionario está fundamentado en la teoría que el propio autor desarrolla de la personalidad. Los diagnósticos que proporciona se ajustan a las clasificaciones del DSM.
Se incluyen cuatro escalas de validación: validez, V; sinceridad, X; deseabilidad, Y; alteración, Z. La escala V debe ser igual a cero, pues un valor superior hace dudar o invalida el perfil clínico; la escala X tiene que tener una puntuación directa dentro del intervalo 145-590; y las escalas Y y Z no deben superar la puntuación típica 75.
Aparte de las escalas de validez, el test incluye 10 escalas básicas de personalidad: esquizoide, fóbica, dependiente, histriónica, narcisista, antisocial, agresivo-sádica, compulsiva, pasivo-agresiva y autodestructiva. Otras 3 de personalidad patológica: esquizotípica, límite y paranoide. Más 6 escalas de síndromes clínicos de gravedad moderada: ansiedad, histeriforme, hipomanía, neurosis depresiva, abuso de alcohol y abuso de drogas; finalmente se incluyen tres escalas de síndromes clínicos de gravedad severa: pensamiento psicótico, depresión mayor y trastorno delirante (Millon, 1998).
4. Técnicas de evaluación de la adaptación
Se trata de pruebas que se utilizan para la evaluación de adolescentes, fundamentalmente, en su adaptación a diferentes medios.
Estos instrumentos pueden ser útiles a la hora de realizar un peritaje judicial con el fin de conocer el grado de adaptación
La Escala de Satisfacción Familiar por Adjetivos: ESFA. (Barraca y López-Yarto, 1999).
Es una prueba rápida de aplicar, evalúa la satisfacción familiar a partir de distintos adjetivos. Cada uno de los 27 ítems está formado por una pareja de adjetivos antónimos, por ejemplo, feliz-infeliz. El sujeto debe elegir en una escala desde “totalmente” a “algo” el grado con que se identifica en cada adjetivo.
La Escala de Habilidades Sociales: EHS. (Gismero, 2000).
Esta escala evalúa la aserción y las habilidades sociales y está formada por siete factores: Autoexpresión en situaciones sociales, Defensa de los propios derechos como consumidor, Expresión de enfado o disconformidad., Decir no y cortar interacciones, Hacer peticiones, Iniciar interacciones con el sexo opuesto.
Un factor global que es el resultado de sumar los valores obtenidos en los seis factores anteriores. A mayor puntuación en cada uno de estos factores, el sujeto expresa más habilidades sociales y capacidad de aserción en distintos contextos.
Inventario de Adaptación de Conducta: IAC. (De la Cruz y Cordero, 1999)
Este inventario constituye una prueba de adaptación a cuatro niveles diferentes: personal, familiar, escolar y social. El IAC se ha elaborado fundamentándose en los cambios característicos de la adolescencia. Así, en el aspecto personal se observa preocupación por la evolución del organismo, sentimientos de inferioridad y falta de aceptación de los cambios corporales.
En el ámbito familiar surgen actitudes críticas, dificultades en la convivencia y falta de aceptación de las normas establecidas.
En el contexto escolar aparecen posturas de censura o rebeldía frente a la organización de la escuela y a la actuación de los profesores y compañeros.
En el plano social, tienen lugar conductas negativas, deseos de aislamiento, actitudes críticas e inseguridad.
Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil: TAMAI. (Hernández-Hernández, 1996).
Esta prueba permite evaluar la inadaptación personal, social, escolar, familiar y las actitudes educadoras de los padres, incluyéndose diferentes factores dentro de cada una de estas áreas que permiten establecer la causa de la inadaptación. Los autores informan de datos psicométricos aceptables para la prueba.
Batería de Socialización: BAS. (Silva y Martorell, 1999)
Evalúa varios aspectos de la conducta social en niños y adolescentes en ambientes escolares y extraescolares. Está compuesta por tres baterías que pueden ser administradas de forma independiente.
El BAS-1 para profesores y el BAS-2 para padres son equivalentes, cambiando solo algunos términos para adecuar el texto al ambiente específico (escolar o extraescolar).
Ambas baterías contienen ocho escalas: cuatro escalas de aspectos positivos/facilitadores, tres escalas de aspectos negativos/perturbadoras/inhibidores y una escala donde se obtiene una apreciación global de la socialización.
Máster en psicología Forense
5. Técnicas de evaluación de trastornos específicos
Son Instrumentos específicos para la evaluación de la ansiedad, depresión, ira y conducta antisocial alcanzando a la población adulta como a la infantil. La lista de instrumentos de este tipo es amplia, lo que impide una descripción exhaustiva de todos ellos.
Beck Depresión Inventory: BDI.
El BDI es uno de los instrumentos más empleados para evaluar la depresión. En España existen las adaptaciones de Conde, Esteban y Useros, 1976, de Vázquez y Sanz, 1991, y una versión titulada BDI-II, de Beck, Steer y Brown en 1996), siendo el instrumento específico para medir la depresión más utilizado e investigado.
La primera se basa en la versión original y está compuesta de 19 ítems, debido a que se eliminaron los ítems relativos a sentimientos de castigo e imagen corporal; la segunda adaptación, mantienen los 21 ítems consistentes en una serie de afirmaciones referidas a un síntoma particular de la depresión. Cada ítem consta de cuatro o cinco opciones de respuesta que se corresponden con distinta gravedad de expresión del síntoma. Se puntúa cada ítem de 0 a 3. La puntuación global oscila entre 0 y 63 puntos.
Las categorías de severidad se han dividido en intervalos: estado no depresivo (0-9 puntos), depresión media (10-15 puntos), depresión moderada (16-23 puntos) y depresión severa (24-63 puntos).
En el Manual del BDI-II se propone las puntuaciones de corte y grados de depresión correspondientes: 0-13 indica depresión mínima, 14-19 depresión leve, 20-28 depresión moderada y 29-63 depresión grave. El uso de criterios o puntuaciones de referencia para distinguir distintos niveles de sintomatología es también habitual en muchos otros instrumentos psicopatológicos y responde a una tradición clínica sobre la utilidad de diferenciar niveles sindrómicos en función del número de síntomas presentes y su intensidad.
Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo: STAI. (Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1982).
Se compone de un total de 40 ítems; 20 para cada subescala. Los sujetos describen como se sienten generalmente: ansiedad-rasgo; o en ese momento: ansiedad- estado.
La subescala de ansiedad estado nos permite detectar las conductas de ansiedad en el momento actual; en esta última subescala las categorías de respuesta son casi nunca/a veces/a menudo/casi siempre. Es posible obtener puntuaciones separadas para cada escala. Los dos instrumentos anteriores van dirigidos a población adulta; para población infantil, se utilizan CAS y STAIC: evaluación de la ansiedad; y CDS para la evaluación de la depresión.
El Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad: ISRA. (Miguel-Tobal y Cano-Vindel, 1997).
Mide tanto situaciones como respuestas de ansiedad a partir de los 16 años. Recoge conductas o respuestas pertenecientes al sistema cognitivo, al fisiológico y al motor de cuatro factores:
- Ansiedad ante la evaluación: Situaciones que implican ser evaluado y situaciones en que el sujeto debe tomar decisiones o responsabilidades.
- Ansiedad interpersonal: Situaciones de carácter interpersonal, tales como las de tipo sexual o aquellas que implican relaciones directas con otros individuos.
- Ansiedad fóbica: Situaciones en las que aparecen como elementos centrales estímulos fóbicos.
- Ansiedad ante situaciones habituales o de la vida cotidiana: Situaciones que tienen que ver con el contexto y el quehacer diario y habitual de un sujeto.
El Cuestionario de Ansiedad Infantil: CAS (Gillis, 1992).
Permite detectar los niveles de ansiedad en niños de 6 a 8 años; su aplicación es sencilla y muy atractiva para el niño. Se presenta diversos elementos seguidos de una pregunta para que la puedan responder. Los elementos presentados van desde una mariposa, a una cuchar, a una nube pasando por un ratón, luna, botella etc. hasta un total de 20 presentaciones.
El Cuestionario de Autoevaluación Ansiedad Estado/Rasgo en niños: STAIC. (Spielberger, 1998).
El STAIC presenta las mismas características que el de adultos (STAI). La prueba está destinada a medir específicamente de la ansiedad, y ofrece dos evaluaciones de la misma con 20 elementos cada una:
Ansiedad estado (A/E): el niño expresa “cómo se siente en un momento determinado”, intenta apreciar estados transitorios de ansiedad, es decir, aquellos sentimientos de aprensión, tensión, y preocupación que fluctúan y varían en intensidad con el tiempo.
Ansiedad Rasgo (A/R): el niño expresa “cómo se siente en general” . La prueba intenta evaluar diferencias relativamente estables de propensión a la ansiedad, es decir, diferencias entre los niños en su tendencia a mostrar estados de ansiedad.
El Cuestionario de Depresión para Niños: CDS (Lang y Tisher, 2000)
Permite la evaluación global y específica de la depresión en los niños proporcionando puntuaciones en dos factores: total depresivo y total positivo. Cada uno de estos factores da lugar a otras subescalas.
La primera de ellas proporciona puntuaciones en respuesta afectiva, problemas sociales, autoestima, preocupación por la muerte y salud, sentimiento de culpabilidad y síntomas depresivos varios.
El segundo factor da lugar a puntuaciones en ánimo-alegría y elementos positivos varios.
Inventario de Expresión de Ira Estado-Rasgo: STAXI-2 (Miguel-Tobal, Casado, Cano-Vindel y Spielberger, 2001).
El STAXI-2 ha sido guiado en su desarrollo por los estudios sobre las características de la ira y sus efectos en la salud mental y física. Tiene como objeto dos propósitos fundamentales: determinar los componentes de la ira con vistas a la evaluación precisa de la personalidad normal y patológica, y proporcionar un instrumento para medir las contribuciones de los diversos componentes de la ira en la evolución de determinados problemas de salud.
Es un Inventario para adolescentes y adultos mide dos componentes principales, el Estado de ira y el Rasgo de ira. Distingue los diferentes componentes de la ira: Experiencia, Expresión y Control, así como de sus facetas como Estado y como Rasgo.
Consta de seis escalas, cinco subescalas y un índice de expresión de la ira que ofrece una medida general de la expresión y control de la ira.
Cuestionario A-D: Conductas Antisociales-Delictivas (Seisdedos, 2000).
Cuestionario para niños y adolescentes: mide dos dimensiones de la conducta desviada:
•La conducta antisocial (A): conductas que pueden definirse como “actos gamberros” que no están fuera de la ley (alborotar, decir tacos, pisotear plantas, etc.).
•La conducta delictiva (D): conductas que están fuera de la ley (robar, forzar una entrada, amenazar con algún arma, etc.).
CASIA. Cuestionario de conductas antisociales en la infancia y adolescencia. (María Teresa González Martínez, 2012)
Es un instrumento de aplicación en el ámbito infantil y adolescente, así como en el campo de la investigación epidemiológica de los trastornos por conducta antisocial.
Este Cuestionario permite realizar tareas de screening en población normal e identificar aquellos sujetos con un trastorno por conducta antisocial; permite determinar la gravedad de este trastorno, en función de la amplitud de las conductas y de su intensidad. Proporciona información cualitativa sobre las características de la conducta antisocial ayudando a obtener un perfil diferencial de este trastorno en cada sujeto en función de la presencia y /o el predominio de conductas antisociales con agresividad o sin agresividad.
Es un instrumento, de fácil aplicación, tanto por el número de ítems que lo configuran como por la formulación de los mismos. Consta de un número no muy extenso de ítems, lo que permite contestarlos en muy poco tiempo. Además, la formulación de los ítems, de forma clara y sencilla, facilita su comprensión y una mayor objetividad de las contestaciones, evitando así errores de interpretación.
6. La entrevista psicológica clínica
La técnica fundamental de evaluación en psicología forense, recogida de la clínica, es la entrevista pericial semiestructurada, que permite abordar de una manera sistematizada, siendo flexible, la exploración psicobiográfica, el examen del estado mental actual y los aspectos relevantes en relación con el objetivo del dictamen pericial (Groth-Marnat, 2009; Vázquez Mezquita, 2005).
Tácticas utilizables en la entrevista.
La entrevista directiva (estructurada). Originalmente es una aportación del modelo médico, a través de los interrogatorios orientados a la producción de la anamnesis. La táctica directiva se utiliza en todos aquellos modelos de entrevista en la que el entrevistador estructura el contenido de la misma en base a un interrogatorio o cuestionario prefijado, utilizando o no alternativas de respuesta. El entrevistador orienta la entrevista hacia un fin específico, con el mayor grado de sistematización posible. El entrevistador intenta favorecer los cambios en la conducta del paciente proponiendo acciones concretas que éste debería realizar. Para lograr sus objetivos terapéuticos, el entrevistador recurre tanto a técnicas que explicitan el contenido de las verbalizaciones del paciente, como a datos de observación o a la influencia que su prestigio personal pueda ejercer sobre su interlocutor. Este tipo de entrevista se utiliza por parte de los psicólogos de orientación conductual.
La entrevista no directiva (libre)
Parte de las metodologías delineadas por Freud a través del método de la asociación libre, incluyendo el uso del diván, y otros artificios técnicos. Posteriormente Rogers plantea este tipo de entrevista para su modelo terapéutico. Investigaciones posteriores señalan que el término no directivo es incorrecto, toda vez que se evidencian numerosas influencias de la conducta del examinador en el sujeto. Cabría pues utilizar este término para aquellas metodologías de la entrevista en las que el entrevistador permite que el sujeto estructure libremente el contenido de las mismas, controlando la presencia de diversos fenómenos del entrevistador las que haremos referencia posteriormente. Este tipo de entrevista es utilizada genéricamente en la terapia dinámica.
La entrevista semi-directiva (semi-estructurada)
Es la denominada entrevista psicológica propiamente dicha. Alterna momentos no directivos orientados a permitir la libre expresión del sujeto, con momentos directivos en los que el entrevistador interviene en orden a la consecución de objetivos específicos. Una de las tareas del psicólogo es suscitar la cooperación del sujeto sin sugerir o inducir sus respuestas y detectar atando cabos errores, olvidos y eventuales mentiras del sujeto. Este tipo de entrevista es la más útil en el proceso psicodiagnóstico.
Técnicas de evaluación específicas en psicología forense
Actualmente apenas existen técnicas diseñadas exclusivamente para la psicología forense en castellano. La mayoría de las técnicas que se utilizan hoy en día pertenecen al campo de la psicología clínica. En lengua inglesa esta situación mejora, existen una amplia gama de áreas psicológicas evaluadas desde el campo de la psicología forense.
1. Técnicas de evaluación de la veracidad del testimonio
La evaluación de la veracidad del testimonio es primordial en la psicología forense porque a través de ésta nos permite determinar la aptitud y validez de todo sujeto que intervenga en el proceso judicial: declaraciones, selección de jurados, etc.
Entrevista Cognitiva (Soria y Hernández, 1994; Diges y Alonso-Quecuty, 1994).
Esta entrevista se utiliza para mejorar el recuerdo de víctimas o testigos de un acontecimiento, una situación, un delito, o una persona.
Esta entrevista se basa en la existencia de diversos canales de recuperación de la información previamente almacenada en la memoria, ya que al igual que se conocen distintas formas de codificar un hecho, este mismo hecho puede recuperarse siguiendo diferentes pautas.
La entrevista cognitiva se caracteriza por seguir un conjunto de técnicas específicas:
•Narración completa. Se le pide al sujeto que narre la situación incluyendo incluso aquellos detalles que considere más irrelevantes.
•Reconstrucción del contexto. Se le pide al sujeto que desarrolle una imagen mental lo más específica posible del lugar donde se sucedieron los hechos.
•Cambio de perspectiva. Se le pide al sujeto que, de nuevo, narre la situación, pero esta vez desde la posición de otra persona (agresor, victima, testigos, etc.).
•Variación del orden en el tiempo. Se le pide al sujeto que reconstruya la situación desde el final hasta el principio, desde la mitad hasta el final, desde la mitad hasta el principio, desde el momento más impactante hasta el final, etc.
Para aumentar la eficacia de esta entrevista se recomienda que se administre más de una vez con cada sujeto dejando un periodo de tiempo, varios días, entre cada aplicación.
Registro psicofisiológico. Polígrafo
Esta prueba se utiliza para comprobar la veracidad del testimonio de un sujeto a través de los cambios producidos a nivel psicológico en diversas variables: temperatura corporal, tasa cardiaca, respiración, conducción electrodérmica y presión sanguínea.
Se presentan al sujeto una serie de preguntas, control, relevantes e irrelevantes, que anteriormente ha debido repasar, y se registran los cambios psicofisológicos experimentados en cada una de las variables anteriores ante la lectura de las preguntas y ante la emisión de cada una de sus respuestas. Se considera que un sujeto está mintiendo cuando existen cambios psicofisiológicos significativos en el momento de responder y no ante la lectura de las preguntas.
A pesar de su alta validez, el polígrafo está poco aceptado fuera del ámbito anglosajón, donde se utiliza en una amplia gama de servicios como casos judiciales, selección de personal, etc.
2. Técnicas de evaluación de trastornos de la personalidad psicopatológica Cuestionario PNP (Pichot, 1997)
Cuestionario para adolescentes y adultos; detecta las tendencias paranoicas, neuróticas y psicopáticas.
Está compuesto de siete escalas: Insinceridad, Gustos alimenticios, Conexiones verbales, Cuestionario neurótico, Tendencias neuróticas, Tendencias paranoicas, Tendencias psicopáticas.
El cuestionario puede ser aplicado con dos finalidades distintas:
- Discriminación de los sujetos con alteraciones patológicas. Todo sujeto que obtenga una puntuación T de 70 o superior en cualquiera de las siete escalas, tiene probablemente anomalías patológicas.
- Diagnóstico del tipo de tendencias patológicas. Este uso puede considerarse como complementario al anterior. Lo más probable es que el rasgo patológico predominante del sujeto sea aquel que corresponde a la escala en la cual obtiene la T más elevada.
PCL-R (Hare, 1991)
Esta técnica está elaborada a partir de poblaciones forenses. Aunque originalmente dicha técnica se diseñó con muestras anglosajonas, en la actualidad está traducido al castellano y en proceso de adaptación a muestras españolas.
Esta prueba consiste en una escala de 20 ítems que mide trastornos de la personalidad psicopatológica, antisocial. La puntuación total indica el grado en que un sujeto puede considerarse como un psicópata típico. Proporciona dos factores de psicopatía:
Factor 1: egoísmo, uso de otras personas para fines propios sin remordimientos.
Factor 2: estilo de vida crónicamente inestable y antisocial