Tras leer este artículo de El País, hemos querido preparar este artículo desde el punto de vista psicológico para compartir las siguientes ideas.
Cuando atendemos a adolescentes que se autolesionan es habitual escuchar en consulta dichos como, “estoy rallada y me calma”, “si no lo hago, lo echo de menos”, “cuanto tengo mucha rabia, así me descargo”, “no podía más y creí que iba a volverme loca”, “estaba aburrida”.
Las autolesiones, o “automutilación”, son daños infligidos en el propio cuerpo, tienen baja letalidad y los podemos definir como actos intencionales autodirigidos con el objeto de atemperar el estrés. Suelen emerger entre los once y quince años. Es una manifestación básicamente adolescente tal como ya hemos indicado en algunos de nuestros trabajos.
Sus formas más habituales son los cortes (brazos, piernas), golpes (no visibles) y quemaduras (no visibles). Con menos frecuencia pueden precipitarse rascarse en exceso, morderse, arrancarse el cabello, ingesta de líquidos extraños, o insertarse objetos bajo la piel.
Los factores de riesgo suelen ser la depresión, adicciones a sustancias, y la ansiedad. No están determinadas las causas que hacen que se precipiten estos actos, pero sí conocemos algunos mecanismos:
– La autolesión como fórmula para evadirse de sentimientos intolerables; se anulan las emociones indeseadas.
– El acto autolesivo permite que la emoción se transforme en un dolor tangible.
– La autolesión precipita la relajación de endorfinas; ocasiona un grado de “analgesia” que, a su vez, convoca una sensación de bienestar. Por ejemplo, la acción de cortarse estimula la segregación de opioides endógenos a nivel cerebral, produciendo una sensación de calma y lucidez. Por ello, la adicción está llamada.
Con la autolesión los adolescentes pretenden controlar o atemperar la angustia profunda o la ansiedad grave, alcanzando un alivio; generar una evitación frente a las emociones dolorosas a través del dolor físico. A su vez, pueden adquirir una sensación de control sobre el propio cuerpo, los sentimientos o las situaciones de vida. También pueden obturar un vacío emocional al introducir algo que les hace sentir. O castigarse bien por haber hecho algo, no hacerlo, o haberlo fantaseado. En última instancia es una forma de manifestar hacia el exterior, a aquel que lo quiera oír o interpretar, un estado interno.