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Cómo manejar tu propia contratrasferencia en terapia

Índice

1.Transferencia

2. Contratransferencia

3. La Contratransferencia en Lacan

4. Reacciones y manejo contratransferencial

1. Transferencia

Laplanche y Pontalis (2004) definen transferencia como \”el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y, de un modo especial, dentro de la relación analítica”.

Para Freud la transferencia es la misma en análisis que fuera de él; el análisis lo único que hace es detectarla, no la crea. No se debe al método sino a la enfermedad, a la neurosis.

Freud aplica a la transferencia dos ópticas: como repetición (resistencia y obstáculo al progreso de la cura) y como motor de la propia cura. La transferencia es para Freud un fenómeno esencialmente erótico. Si un sujeto no encuentra satisfacción en la vida real, entonces pasará a una situación de espera y de búsqueda frente a las personas que vaya conociendo en su vida, pudiendo depositar en ellas libido consciente e inconsciente. La consciente lo hará de forma racional y realista, mientras que la inconsciente lo hará con la lógica del proceso primario, es decir, mediante la búsqueda de la descarga. Esta libido inconsciente, sustraída a la realidad, es la que provoca el fenómeno de la transferencia.

El analista no es ajeno a este movimiento. La libido insatisfecha se dirigirá a él, al igual que pueda dirigirse a cualquier otro. Esta transferencia se apoya en lo que ha sido reprimido (no ha sido desarrollada en la vida consciente). En este sentido, cuanto más transferimos del pasado al presente más equivocamos el presente por el pasado, y más enfermos estamos, más perturbado está el principio de realidad. Cada sujeto enfrenta una situación amorosa con todo el bagaje de su pasado, con modelos que reproducidos estructuran una situación en la cual el pasado y el presente se ponen en contacto.

Freud identificó la transferencia positiva, marcada por afectos de agrado, es erótica y sublimada, favorece el desarrollo del análisis; y la transferencia negativa, que abarca sentimientos agresivos, involucrando al analista, al encuadre y al proceso. Es preciso matizar que beneficia al tratamiento en el caso de ser moderado; puede surgir una transferencia intensa de amor que es inconveniente para el tratamiento (se sexualiza la transferencia); en estos casos el paciente deja de tener interés por el trabajo analítico, desea ser amado por el analista y lo toma como objeto sexual, denominándose resistencia a la cura-

Freud apunta una relación entre resistencia y transferencia:  las fuerzas que pusieron en marcha el proceso patológico apuntan ahora contra el analista en la medida en que encarna una posición de cambio para revertir el proceso; el analista se convierte en enemigo de las fuerzas de la regresión y de la represión, que en este momento operan como resistencia. La transferencia negativa y positiva de impulsos eróticos actúan como resistencia. En cambio, la transferencia positiva sublimada persiste siempre llevando la marca del éxito terapéutico

La mejor resistencia será la transferencia: transforma un recuerdo en algo presente. 

La transferencia empieza a operar en el momento en que se detiene la rememoración; evita el recuerdo mediante la actualidad de la transferencia: en vez de recordar la competencia con el padre, se vivificará la competencia con el analista. El conflicto mental que en un inicio motivó la demanda de tratamiento se transforma en un conflicto personal, justo cuando el analista interviene sobre ello. Y a este momento se le denomina neurosis de transferencia.

La transferencia es pasado y presente; y cuando se resuelve la salida es para las dos. El inconsciente es atemporal, y la curación es darle temporalidad. Se trata de redefinir un pasado y un presente.

La tarea del analizando está articulado a la realidad; su labor será resolver sus dificultades, aquello que lo ha llevado a un tratamiento, de tal forma que aquello que en esta tarea que no está articulado a ella es transferencia.

Ferenczi hacía una equivalencia entre el quantum de transferencia y el de la enfermedad, de neurosis. Este obstáculo (que se presentifica con la transferencia) es la enfermedad misma; y ésta consiste en que este paciente no puede aplicar su libido a situaciones reales, a objetos reales; de ello, podemos derivar que el amor de transferencia no es un obstáculo, sino la propia materia de la cura.

El analista, mediante la transferencia, opera mostrando al paciente sus impulsos eróticos olvidados, a través de la forma más inmediata, depositados en su persona; esta postulación se basa en que es imposible destruir al enemigo si se encuentra en ausencia.

2. Contratransferencia

Freud la señala como un obstáculo para el progreso del psicoanálisis. La describe como la respuesta emocional del analista a los estímulos que provienen del paciente, como resultado de la influencia del analizado sobre los sentimientos inconscientes del médico. La define en función del analizado.

Después de Freud el abordaje de la contratransferencia no fue retomado hasta la mitad del siglo XX, siendo Racker y Heinmann los primeros en profundizar sobre el lugar que ocupa la contransferencia (y por tanto, de la transferencia) en el proceso analítico. Racker la señala como el cuerpo de resonancia que es el psicoterapeuta, y Heinmann postula que es la totalidad de los sentimientos del analista.

Si bien para Freud la transferencia es un concepto fundamental en el corpus psicoanalítico, no lo es menos la contratransferencia, dejando ver que la comprensión de la contratransferencia significaría un gran avance en la técnica psicoanalítica. Postula que como obstáculo debe de ser removida. También, insta al analista no solo a tener conocimiento de su contratransferencia sino también a vencerla, postulando para ello, en primer lugar, el autoanálisis y, seguidamente, el análisis didáctico.

Por su parte, Ferenczi llamaba a los analistas a que mantuviesen una vigilancia sobre sus afectos, en la medida en que podían desbordarse.

Racker y Paula Heinmann no ven a la contratransferencia como un peligro, sino como un instrumento sensible útil para el desarrollo del proceso psicoanalítico. Racker postula que la contratransferencia será el espacio donde producirá la modificación del paciente. Si lo articulamos con la postulación de la transferencia en su día, encontramos que es lo mismo. La transferencia es un grave obstáculo, un útil instrumento y en última instancia el campo que hace posible que el paciente cambie realmente: la transferencia es realmente donde se opera.

Las respuestas contratransferenciales son señales para el terapeuta; da lugar a identificar las reacciones que genera la transferencia del paciente e instrumentalizarlo en favor del proceso terapéutico.

Racker indica que la contratransferencia opera en tres formas:  como obstáculo (los puntos ciegos que indicaba Freud), como instrumento para detectar qué es lo que está pasando en el paciente y como campo en el que el analizado puede adquirir una experiencia distinta de la que tuvo originariamente o a la que creyó tener.

De Racker se deriva que la contratransferencia es el correlato de la transferencia. El analista es, a la vez, intérprete y objeto de la transferencia. El valor del analista reside en que siendo objeto sea capaz de interpretar

Racker distingue dos clases de contratransferencia, en función de la identificación: 

  • Contratransferencia concordante. Identificación del Yo de analista con el del analizado; sucede lo mismo con las otras instancias, ello y superyó. Las identificaciones concordantes son empáticas y expresan la comprensión del analista; es contratransferencia positiva sublimada. 
  • Contratransferencia complementaria. El analista se identifica con los objetos internos del analizado. Este tipo de contratransferencia conlleva un quantum mayor de conflicto. Cuando el analista falla en la identificación concordante, entonces se intensifica la complementaria. 

Cuando Racker utiliza el término contratransferencia se refiere a la complementaria; no deben de separarse, ambas operan en los procesos inconscientes del analista y su pasado.

3. La Contratransferencia en Lacan

Para Lacan el proceso analítico es dialéctico (Hegel). Su propuesta es que el análisis sea entendido como un proceso en que tesis y antítesis conducen a una nueva síntesis, que hacer una apertura en el proceso. 

Se traduce en que el paciente brinda la tesis con su material; y el analista, frente a ese material, opera una inversión dialéctica mediante una antítesis que posibilite al analizado el enfrentamiento con una verdad de la cual escapa (que sería lo latente). Esto lleva al proceso a un nuevo desarrollo de la verdad y, al paciente, a una nueva crisis. En esta dinámica Lacan postula que la transferencia no está ni tiene por qué aparecer. La tesis en Lacan postula que el fenómeno transferencial surge cuando, por algún motivo, se interrumpe el proceso dialéctico.

Desde la dialéctica, en su momento de la antítesis, Lacan despliega que la transferencia resulta ser el correlato de la contratransferencia. El estancamiento del proceso analítico surge a partir del analista; entonces, se precipita la transferencia por el cual el analista queda incluido en la situación. Para que no suceda, el analista debe devolver al analizado sus sentimientos por el medio de una reversión dialéctica. O también si el analista no se deja atrapar en su contratransferencia, podrá oponer la antítesis que le corresponda.

Para Lacan, la transferencia es lo que marca un fracaso en el contexto de las relaciones dialécticas de la cura; cuando falla el proceso dialéctico surge la transferencia como un enganche, que se traduce como un obstáculo.

La transferencia no responde a una realidad simbólica, sino que se precipita cuando se obtura la dialéctica analítica. El valor del analista consiste en establecer el orden simbólico, sin dejarse capturar por la situación especular (imaginaria).

La aportación teórica de la transferencia en Lacan se basa en la diferencia entre lo imaginario y lo simbólico. La transferencia es siempre un fenómeno imaginario; cuestión que el analista está llamado a romperlo; transformando la relación imaginaria en simbólica. Esto no depende del nivel que ha alcanzado el proceso, sino decididamente del analista; no hacerlo es siempre en fenómeno contratransferencial.

4. Reacciones y manejo contratransferencial

Hayes et al. describieron la presencia de detonantes, que hacen emerger la aparición de la contratransferencia. Son:

  • Los contenidos del material del cliente
  • La percepción que el terapeuta tiene del paciente 
  • Las comparaciones que el terapeuta hace de sus pacientes con otros 
  • Cambios en la estructura de la terapia 
  • Transferencia

Las posibles reacciones contratransferenciales del analista están en función del paciente tratado, si tomamos la dirección de analizando-analista, transferencia-contratransferencia. 

Las reacciones contra transferenciales van desde el despliegue de preocupación excesiva por el paciente, cansancio, angustia devenida de la demanda del paciente a generación de estereotipos positivos y negativos /por influencias culturales, familiares) o a sentimientos de cuidado o protección (ante pacientes que han vivido situaciones de violencia), o el denunciado furor curandis de Freud alimentado por la demanda del paciente

Desde la literatura psicoanalítica se han articulado tradicionalmente dos medios básicos para el manejo del fenómeno contratransferencial: la supervisión y el propio análisis. Un analista lleva un caso a supervisión porque hay problemas, algo no marcha; los puntos que intervienen en la detención del proceso fundamentalmente tendrán que ver con la contratransferencia. 

La supervisión es definida (Loubat, 2005) como “una actividad teórico–práctica, de integración de conocimientos, que requiere por lo tanto del profesional que la efectúa, una maduración respecto de aspectos teóricos que competen a su formación como de la aplicación práctica de esos conocimientos”. El terapeuta se reúne con un supervisor, otro analista, con el emergente de la elaboración de la técnica. Se tratará el análisis de los casos y la revisión de las estrategias del tratamiento, objetivos terapéuticos, etc.

Los supervisores operan señalando las manifestaciones de la transferencia, ayudando al terapeuta a detectar sus reacciones contratransferenciales.

El otro medio indicado clásicamente es el análisis propio que permitirá un control sobre los sentimientos y pensamientos que se ponen en liza de forma inconsciente por parte del analista. La conciencia sobre las reacciones contratransferenciales es esencial para un buen desarrollo de los procesos terapéuticos. 

El análisis propio permitirá la comprensión de dinámicas personales que formalizan conflictos psíquicos y, así minimizar los fenómenos contratransferenciales; de la misma forma, aliviará el malestar emocional para el afrontamiento de problemas cotidianos ligados al desarrollo profesional. También señalamos la elaboración de técnicas de autoanálisis que se harán efectivas para la disminución de actings.

También se han señalado otros elementos que intervienen en la comprensión de casos y la elaboración del proceso de intervención técnica analítica. 

  • Dentro de estos otros elementos se encuentra la experiencia clínica de los terapeutas está fundamentada en conocimientos teóricos, formando parte de una formación profesional adquirida a través de la formación universitaria que les permite desarrollar habilidades en el ámbito clínico. 
  • El analista puede acceder a la búsqueda de elementos externos, un tercero. Ya hemos indicado la figura del supervisor, pero también se puede acudir a un colega experto en un área en particular, que permitirá tomar distancia con respecto del paciente tratado.
  • En general, el punto de vista de otros terapeutas puede ser una herramienta importante para la regulación del trabajo de los terapeutas. Es una referencia externa en cuanto a una variedad de temáticas y situaciones bastante amplias, dentro de las cuales se encuentran las reacciones contratransferenciales. Por ejemplo, un grupo de colegas, pero con los que puedas hablar del quehacer terapéutico, un grupo de gente con el que el analista pueda preguntarse cómo hace la función él mismo
  • Otra actividad para el manejo de la contratransferencia es la discusión de sus pacientes con alumnos que está en formación. Así se promueven discusión de casos que permiten la reflexión de elementos contratransferenciales; el analista recabará diferentes miradas sobre el caso, que a largo plazo permitirá una flexibilidad beneficiosa para la práctica.
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