Ya es conocido por todos en la situación de emergencia de sanidad en la que nos encontramos debido al coronavirus o COVID-19.
Vamos a intentar articular algunos elementos que se precipitan en las crisis de emergencia, en cualquier situación de emergencia en general, y más concretamente abordaremos la intervención psicosocial que llevaremos a cabo con los profesionales que intervienen en emergencias.
En primer lugar, introduciremos el término de Romano: la pensabilidad. Es una función mental capaz de transformar la percepción en pensamiento, un pensamiento que implica la modificación de lo percibido, un pensamiento que implica la creación y la posibilidad de la continuación. La pensabilidad implica una relación del sujeto con el dolor distinta.
La pensabilidad es la herramienta principal que podemos poner al servicio de los sujetos que sufren, han sufrido o pueden sufrir un daño traumático. La posibilidad de pensabilidad es el concepto principal que podemos utilizar en el área preventiva, sobre todo en la prevención primaria (familia y escuela).
Hagamos valer dos significantes que nos auxilien a escuchar el fenómeno de la crisis. Por un lado, la vulnerabilidad. La vulnerabilidad es una característica inherente tanto al individuo como al sistema social. Desde posiciones narcisistas, el sujeto individual y el “sujeto” social pueden negar la posibilidad de crisis, con lo cual se dificultan las tareas preventivas. Y, por otro, la responsabilidad individual y social. Con ello estamos aludiendo a lo necesario de la confrontación con la realidad tanto externa como interna del sujeto; esa confrontación es lo que puede permitir una elaboración de una posición ética y responsable.
Estos dos significantes, vulnerabilidad y responsabilidad individual y social, pueden ser articulados con la teoría de la crisis. La crisis tiene una doble connotación: peligro y oportunidad. Desde este contexto, la prevención psicológica toma un lugar destacado. La importancia del factor psíquico no está suficientemente tomada en cuenta. Es importante destacar que por cada damnificado físico en un desastre, al menos habrá tres personas que pueden tener consecuencias en su salud mental; por tanto, se suman al damnificado, dos o más allegados.
El equipo de salud mental debe asistir simultáneamente a diferentes poblaciones. Damnificados física y psicológicamente, y sus familiares, ya sea que se encuentren directamente relacionados con el evento o a distancia del mismo. Además, es necesaria la asistencia al personal que asiste en este tipo de situaciones, ya que deben enfrentarse a situaciones poco habituales, y no siempre están suficientemente preparados.
Es, justamente, en el grupo de los intervinientes en las situaciones de emergencia, en el que vamos a centrarnos.
Intervención en los intervinientes
Para minimizar los efectos del estrés en los grupos de intervención, es importante configurar un programa completo de atención al trauma en la organización, que contemple desde la prevención primaria hasta el seguimiento. En la intervención inmediata, conviene poner el acento en:
∙Rotación del escenario de trabajo.
∙Periodos de descanso.
∙Cubrir necesidades básicas: lugar de descanso, ropas secas, comida caliente.
∙Oportunidad para hablar de sentimientos con otros compañeros.
∙Apoyo psicológico individual.
∙Defusing: El defusing, al igual que el debriefing, es una técnica introducida por Mitchell. Se trata de una sesión informal, aunque semiestructurada, que tiene lugar tan pronto como es posible después del incidente crítico o en las primeras 24 horas.
Es conducido en una atmósfera de apoyo mutuo, en la cual los participantes describen sus sentimientos y reacciones al suceso. Se desarrollan estrategias de resolución de problemas para que la productividad del trabajo no se vea disminuida o deteriorada. El objetivo es crear una atmósfera positiva y de apoyo en la cual las inquietudes, preocupaciones y reacciones iniciales puedan ser expresadas. No se deben permitir las críticas destructivas, se debe alentar la aceptación y contener el humor negro excesivo.
Aunque puede surgir espontáneamente, por ejemplo, al juntarse el grupo de intervención, después de limpiar el equipo y preparar sus uniformes para la siguiente salida, lo mejor, probablemente, es que se convirtiera en parte de la rutina, de forma aceptada y obligatoria.
La sesión de defusing, aunque puede ser individual, suele desarrollarse en grupos pequeños (6-15 personas), dirigiéndola uno o dos profesionales de salud mental, aunque frecuentemente lo conduce un jefe (en este caso debe ser una persona formada en esta técnica). La duración es de 20 minutos a 1 hora. Durante este tiempo, se chequea como se encuentran todos y se provee apoyo y compañerismo a aquellos que parecen más afectados por el incidente.
El debriefing es una estrategia de apoyo psicológico que está siendo utilizada en servicios de emergencia que tienen en cuenta los aspectos psicológicos en su formación, entrenamiento y atención laboral. Puede ser una de las estrategias a utilizar para paliar y prevenir las consecuencias psicológicas de los incidentes críticos.
El debriefing es una intervención grupal altamente estructurada. Este protocolo fue creado por J.T.Mitchell a finales de los años 70. Es una reunión formal, que generalmente se realiza después de un acontecimiento crítico, con el propósito de tratar los residuos emocionales que los intervinientes en la emergencia puedan tener.
Aspectos a considerar en un debriefing:
• El debriefing no es una psicoterapia grupal, es una estrategia de prevención secundaria. Está basado en principios de intervención en crisis y educacionales, más que terapéuticos.
• El debriefing se debe realizar entre las 24-72 horas tras la estabilización del incidente, con sesiones de seguimiento en caso de ser necesario.
Afortunadamente, este proceso sigue siendo beneficioso aún realizándose las sesiones en un tiempo posterior.
• La dirección de un debriefing requiere un conocimiento y dominio previo de las estrategias que se ponen en marcha. En cualquier caso, un técnico suficientemente entrenado, no sólo puede participar en la dirección (normalmente dirigido por un psicólogo especializado en intervención en crisis y familiarizado con equipos de emergencia) sino que además es altamente recomendable.
• Sería conveniente que asistan todos los intervinientes que han participado en la intervención, aunque es importante separar a los participantes según el nivel de exposición al incidente.
• Es probable, que en el curso de la reunión los participantes se encuentren peor que al inicio del encuentro, pero hay que tener en cuenta que esto es un acontecimiento normal ya que hay una gran \” exposición personal\”, pero esto tendrá grandes beneficios a medio y largo plazo.
Los planteamientos esbozados tiene el objeto de aportar algunos instrumentos posibles para que los profesionales que estén trabajando en la primera línea de atención ante la crisis sanitaria que vivimos (médicos, enfermeros, personal auxiliar) se sientan acompañados, cuidados y atendidos.