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sindrome del impostor

¿Qué es el sindrome del impostor?

1. Introducción

Como tal este síndrome del cual se han escrito algunas palabras no tiene una existencia rubricada por la oficialidad de los Manuales diagnósticos y estadísticos. Además, añadimos otro cuestionamiento acerca de si es un síndrome. Porque también podríamos considerarlo solo como un síntoma, que se aloja en una estructura de personalidad. Empecemos a desentrañar estas cuestiones.

El término inicialmente acuñado es “fenómeno del impostor” por Pauline Clance y Suzanne Imes (psicólogas clínicas) en 1978, formalizándolo como fenómeno psicológico en el que las personas son incapaces de internalizar sus logros y sufre un miedo persistente en ser descubierto como un fraude.

De fenómeno se ha pasado a síndrome, sin estar claro qué lo avala. Se subraya la parte donde se indica que son personas exitosas, ya se centra la cuestión, que sufren por no poder hacer suyos sus logros; no se articula la posibilidad de que el sentimiento de ser un fraude lleve a no hacerse cargo de sus propias habilidades.

Añadamos que también es posible sentirse un fraude sin tener que poner en juego las habilidades, es decir, no tiene por qué implicar solo a las personas exitosas o con capacidades especiales; puede incumbir a sujetos normales que no destaquen especialmente, pero que, en cambio, se sientan impostores. Esto indicaría que no tiene tanto que ver con la producción cognitiva de un sujeto sino con la disposición del sujeto.

2. Fenómeno, síntoma y síndrome

Aclaremos estos elementos. Fenómeno proviene del término griego phainómenon, que viene a decir aquello que aparece o se manifiesta, refiriéndose a la realidad tal y cómo se muestra en la percepción; así podemos decir que un objeto perceptible, un árbol, una pelota es un fenómeno. También nuestro cuerpo adquiere el valor de fenómeno; en cambio el alma o Dios no son fenómenos. Por tanto, cuando alguien tiene el sentimiento de ser un fraude, a no ser que podamos comprobar, en la realidad perceptible, que en vez de devolvernos un billete de 10 nos da uno de cinco, no se trata de un fenómeno. Es otra cosa; por ello, nuestra propuesta es que es un síntoma.

¿Qué es un síntoma?

El síntoma es su formulación, su puesta en palabras, un síntoma es en tanto que es hablado por el paciente. En última instancia, podemos decir que el síntoma es lo que el paciente cuenta de su síntoma al terapeuta, este lo escucha y, seguidamente, lo hablado se presta a ser interpretado. Y en este sentido, el fraude, el sentimiento se ser un impostor, cuando el paciente nos habla de ello se constituye en un síntoma.

El síntoma no deja de ser una expresión subjetiva de un conflicto inconsciente.

Es una formación del inconsciente que se caracteriza por ser una formación de compromiso entre fuerzas opuestas en conflicto. En nuestro caso, podríamos decir que un sujeto es un impostor a cambio de no sentirse destacado en alguna materia o en algún elemento. Impostor, fraudulento, en otra escena que ciertamente no corresponde a ninguna realidad objetiva; el fraude se juega en otra escena que es justamente la que el terapeuta y el paciente están llamados a dilucidar. El síntoma viene a decir de la existencia de un significado reprimido en la conciencia del sujeto. El fraude es eso. En todo caso, debemos de tener en cuenta que en lo que se ha definido aquello que se considera el síndrome están los dos términos que los hace estar unidos, depender el uno del otro: no reconocimiento de logros y fraude-impostor.

Un elemento que no debemos dejar pasar tanto en el reconocimiento de los logros como en el fraude es la culpa. Si alguien se siente fraudulento, le va a conllevar culpa (entendiendo que sea neurótico), quizá la consecuencia de pagar por ello es no reconocer-se como exitoso. La culpa es un elemento que circula en la estructura de personalidad de los sujetos.

Pauline Clance y a Suzanne Imes alcanzan la concusión que las personas que se encuentran en esta situación están convencidas de que son un fraude, no merecen el éxito que han conseguido y que son inferiores al resto. Luego entonces, si no se lo merecen es porque en ellos transita la culpa.

Síntomas del síndrome del impostor

Los estudiosos del tema señalan los siguientes síntomas:

  •  Los hitos alcanzados no son merecidos; no los consideran como propios; en el mejor de los casos lo hacen en la medida en que han participado otros que tienen mayor importancia y determinación.
  • Falta de confianza en las propias competencias.
  • Piensan y sienten que los demás los consideran un fraude.
  • Se muestran inseguros en los contextos laborales, académicos y sociales.
  • Expectativas de fracaso ante situaciones similares en las que previamente han superado con éxito.
  • La motivación de logro es directamente proporcional a la falta de confianza propia.
  • Ansiedad, angustia, estima propia baja, tristeza y desesperanza

Síndrome

Es un conjunto de síntomas, los detallados anteriormente, que se dan juntos y que se han identificado como un cuadro clínico vinculado con uno o varios problemas de salud.

Así pues, en un síndrome hay una serie de síntomas que se dan juntos con mucha frecuencia. Sin embargo, los síntomas que componen un síndrome pueden variar con el tiempo y por lo tanto este puede llegar a desaparecer.

La objeción es que estos síntomas juntos no constituyen un cuadro clínico. Tomamos como cuadro clínico el conjunto y síntomas que un paciente manifiesta bajo una clasificación diagnóstica o gnosológica específica. Para esto, deberíamos escuchar el relato del paciente acerca de lo que le sucede. Reducir sus síntomas a los mencionados simplemente porque ese sea el motivo de consulta, y concluir que solo estos ya constituyen un cuadro clínico es cuando menos arbitrario, reduccionista y hasta peligroso.

Tenemos la constatación de que un sujeto puede relatarnos que se siente un fraude en su relación con los demás, en la medida en que percibe, nota, siente que los otros le dan cosas (aportaciones afectivas) y él no las devuelve (no da afecto); y en ese sentido se siente un fraude; y es cierto, lo es. Además, puede tener la estima baja, los logros intelectuales no los tiene en cuenta, etc. Y no por ello acordamos que se encuentra bajo un síndrome del impostor, sino que estos síntomas se alojan en una estructura obsesiva, y esto sí ya alcanza a un cuadro clínico de diagnóstico con una profundidad que nos permite entender al sujeto de otra forma.

O acerquémonos a la evidencia de una paciente que abona sus sesiones con cheques sin fondos; el terapeuta ha de indicárselo para que ella deshaga este entuerto. ¿Es una impostora? ¿hace fraude? En apariencia sí, pero se trata solo de la impostura de la histeria.

Por otra parte, ya hemos indicado que no existe ninguna evidencia de incluirlo como enfermedad psicológica o psiquiátrica en cualquiera de los Manuales Diagnósticos, no alcanza a la categoría de cuadro clínico y por tanto se deshace la posibilidad de considerarlo un síndrome.

3. Causas del síndrome del impostor

Aquellos que se manejan bajo las coordenadas del síndrome del impostor concluyen que los factores que inciden son ambientales y de carácter cognitivo.

  1. Se subraya la importancia de las experiencias vividas por el sujeto; las relaciones de este con su entono más cercano, el familiar, parental y educativo.
  2. Otro factor importante es la forma de percibir de cada sujeto, influyendo en la interpretación de las atribuciones externas referentes a los éxitos y a los fracasos
  3. La exigencia sobre sí mismo es otro de los elementos influyentes en los sujetos para no interiorizar las capacidades y los éxitos que pueden alcanzar o que ya han tenido.

En definitiva, se trata de causas todas ellas que están relacionadas con la construcción de la subjetividad, que es, en última instancia, desde donde se va a escuchar lo que los demás nos dicen, el sentimiento de ser un fraude, o de sentir y apostar a que toda realización alcance la perfección, cosa imposible y que apuntalará al sujeto al campo de la insatisfacción más o menos permanente.

4. Colectivos de riesgo

Este relato sobre el fraude puede incumbir a cualquier persona; muchos profesionales se han detenido en el ámbito laboral; han hecho hincapié en los éxitos profesionales de las personas, cuestión que ha ayudado a que una parte de los que han postulado el síndrome lo hayan centrado en el ámbito laboral de las mujeres debido a los mensajes de éxito y fracaso en la sociedad, aunado a la presión de la maternidad conjugada con ubicarse en el lugar de una profesional de éxito. Posteriormente, se ha reconducido a indicar que ambos colectivos, hombres y mujeres, pueden estar afectados por estos síntomas.

El mundo laboral es solo uno de los lugares donde los sujetos se desarrollan, no siendo la causa de la adherencia de los sujetos que viven el sentimiento de ser fraudulentos; sí interviene, como hemos señalado anteriormente, la construcción de la subjetividad permitiendo que un sujeto confronte ante los diversos escenarios las cuestiones que se le plantean de una forma determinada y concreta; y también, cómo no, señalar al ámbito social que, sin duda, formaliza la subjetividad de la época.

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