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Cómo nos afecta a nivel psicológico la guerra entre Rusia y Ucrania

1. Introducción

Decía Nicolás Maquiavelo que aquel que desee saber que ocurrirá estará llamado a examinar que ha ocurrido. Decía que todas las cosas de este mundo, en cualquier época, tienen su réplica en la Antigüedad. ¿La razón…? Tales acciones son ejecutadas por hombres que tienen y han tenido siempre las mismas pasiones, y, por tanto, necesariamente deben ocasionar los mismos resultados.

Algunos autores definen la guerra como “un acto de fuerza ejecutado por un poder social organizado, para obligar a un enemigo a someterse a su voluntad” (Shaw). La historia ha dado a conocer que la humanidad ha recurrido al recurso de la violencia organizada desde el comienzo de los tiempos. En cambio, las formas de organización social se han modificado sustancialmente a lo largo de los tiempos.

Los intentos, las resoluciones que han tenido la vocación para que no surja la producción de la guerra en los conflictos internacionales han sido múltiples, sobre todo se prodigan en la las primeras décadas del siglo XX.

Tras la Primera Guerra Mundial, con el empuje del presidente de los Estados Unidos W. Wilson se crea la Liga de las Naciones; una organización multilateral que bajo la creencia de que los regímenes políticos donde se respeten las libertades individuales, se incremente el libre comercio y se salvaguarde la autodeterminación de los pueblos, surgiendo la inscripción de que cada persona se convierta en ciudadano del mundo podría llegar a neutralizarse la conflictividad internacional.

En 1925, una serie de países se confabulan para no incurrir en ningún caso a la guerra; en 1925 se precipita el pacto de Locarno, que es auspiciado por Alemania, Bélgica, Checoslovaquia, Gran Bretaña, Francia Italia y Polonia.

Poco después, 1928, un grupo sustancial de países, sesenta y dos (Japón, EE.UU. Francia, Gran Bretaña, Alemania entre otros), firman el pacto Briand-Kellog, donde suscriben, de forma ideal, la prohibición de las guerras.

2. Postulaciones sobre la paz. Kant

Como hemos indicado, desde los inicios del siglo XX se han prodigado movimientos y acuerdos para promover la paz entre los países. En la medida en que la guerra siempre ha estado presente en la humanidad, su contrario, la paz también ha sido postulada. Haremos un recorrido sobre dos postulaciones de filósofos que han dejado su marca en la cultura: Kant y Hobbes.

Kant es el filósofo del análisis del sistema racional humano como estructura global. Para Kant, la guerra es el determinante mayor de la inseguridad de la raza humana, y en especial entre los pueblos civilizados.

Kant articula en dos textos el análisis sobre la guerra y la paz. Es en la paz perpetua (1795) y La Metafísica de las costumbres. Doctrina del Derecho (1797). Hace referencia a la paz perpetua como irrealizable e imposible, y, a la vez, como necesaria; la esboza como idea sobre cuya presencia y operatividad no se debe dudar, aunque haya que determinar sus condiciones de posibilidad, y sin que ello ponga en peligro el edificio completo del Derecho.

Kant postula las condiciones necesarias para la paz; para alcanzarla es necesario una red de condiciones y requisitos, situados en dos escalones, designados en dos niveles existentes en un imaginado tratado de paz entre todas las naciones.

En el primer nivel Kant aborda las condiciones para evitar la guerra; son aquellos aspectos negativos, o que precisan de una transformación en estado actual. En el segundo nivel, postula los requisitos positivos para alcanzar una paz duradera. Sus planteamientos alcanzan a determinar requisitos tanto de carácter político, como económico y también de corte psicológico. La prevención y el establecimiento de la paz queda encomendada tanto a los Estados y a sus gobernantes, apelando también a la responsabilidad de los ciudadanos. Pone en juego para la construcción de la paz tanto un espíritu concreto como un método, idealizando, eso sí, al sistema jurídico y a la estructura del edificio del Derecho.

Los requisitos en su primer nivel, dedicado a las condiciones para evitar la guerra son:

  • No formalizar ningún tratado particular de paz, en el que se contenga la menor reserva de pretexto para una guerra futura.
  • Prohibir absolutamente la adquisición de un Estado por otro, por ninguna vía de carácter patrimonial (Recordemos a Carlos V). Naturalmente se entiende que este tipo de adquisición podría ideal y teóricamente ser el legítimo, frente a la ocupación, invasión o cualquier otro sistema de fuerza.
  • Es requisito la desaparición total de los ejércitos permanentes. El desarme no es la única condición, sino una más expuesta
  • Se considera prohibida toda asunción de deuda exterior destinada a sostener política exterior agresiva.
  • Debe considerarse totalmente prohibido la intervención o intromisión de un Estado en los asuntos internos de los demás Estados.
  • Es necesario evitar a toda costa aquellos actos, cometidos en tiempo de guerra, que hagan imposible la confianza recíproca como garantía de paz futura.

Como indicamos, Kant plantea un segundo nivel dedica a los requisitos que den estabilidad a la paz duradera:

  • La constitución o forma política de todos los Estados ha de ser democrática.
  • El derecho internacional debe fundarse sobre una federación de Estados libres.
  • Debe hacerse real un derecho de ciudadanía universal, con la protección ilimitada de los derechos de entrada y salida, así como el de permanencia de cualquier ciudadano en cualquier parte del mundo.

Comprobamos la actualidad de estos requisitos, además de plantearnos las dificultades de cómo hacer posible estas condiciones. Contradictoriamente, a la vez que Kant realiza esta contribución a la paz, no deja de señalar la existencia de constataciones teóricas y empíricas sobre la necesidad sociológica de la guerra. Afirma la necesaria incidencia de la guerra en la distribución del género humano por toda la tierra.

3. El Leviatán. Thomas Hobbes

En la mitología clásica, Leviatán es un ser fabuloso, un gigantesco monstruo marino, mitad pez, mitad ballena, que devora hombres. Este nombre le sirvió a Hobbes para nombrar su modelo de estado. En esta medida, el monstruo no necesita respetar a nadie; en cambio, respeta a quien le rinde pleitesía.

La teoría de Hobbes se encuentra bajo la influencia de la guerra civil inglesa, a mitad del siglo XVII

homo hominis, lupus, el hombre es el lobo del hombre; esta una de las conclusiones de Hobbes.
Las graves palabras de Hobbes sobre el hombre se confirman en el Leviatán done anuncia que “en su estado natural todos los hombres tienen el deseo y la voluntad de causar daño” de modo que hay una constante \”guerra de todos contra todos” (bellum omnium contra omnes); esta es un estado natural derivado de que el hombre en su naturaleza no ni gregario ni moral ni social.

El final de esta situación permanente para dar paso a la constitución de una sociedad será bajo unas condiciones. Se alcanzará dicho estatus de sociedad mediante un pacto por el cual cesan las hostilidades y los sujetos delegan sus derechos, tal renuncia permite el establecimiento de una autoridad que está por encima de ellos, pero en la cual se sienten identificados. 

Hobbes creó el concepto de “contrato social con el objeto de atemperar la impulsividad que hace de la sociedad humana una formación de individuos dominados por la ambición de mando y de dominio, de las cosas y de los otros.

Así, Hobbes señala que los hombres firman un contrato con los demás: harán la paz y no la guerra, la paz de todos con todos. En el contrato se inscribe que todos traspasan el poder que tenían hasta ahora a un gobernante soberano. Este gobernante puede ser un monarca, una casta noble o un parlamento.

4. Freud frente a la guerra

En los acontecimientos de la primera Guerra Mundial, el psicoanálisis ya llevaba tiempo perteneciendo al corpus cultural, articulaba las características subjetivas que alimentan a los seres humanos a vincularse a las luchas de su tiempo. Freud se manifiesta respecto de este ideario liberal; señalando que esos buenos intentos liberales son solo eso, intentos utópicos pero que no tienen en cuenta la realidad del hombre, su naturaleza, que, en definitiva, siempre se aloja en su interior, a pesar de la gran influencia que ejerce la cultura en ella.

Poco antes de la precipitación de la Gran Guerra, Freud publica Totem y Tabú en 1913. Apoyándose en la historia y en la mitología, escribe un texto que construye una mitología de los orígenes del hombre. Hace ruptura con las hipótesis teológicas de la creación, también de la tradición filosófica de Rousseau y de Hobbes. Este autor, en su libro Leviatán, postula que la sociedad nace de un pacto, al percatarse de que la tendencia destructiva y ambiciosa de apropiarse de lo ajeno hace que en definitiva el hombre mate y se mate sin posibilidad de conservar-se a sí mismo ni a los suyos. Esta destrucción precipita el pacto; en cambio, la postulación de Freud, aún recogiendo esta aseveración del ánimo destructivo señalado por Hobbes, postula en el texto que señalamos, que el origen de la sociedad es un crimen, un asesinato colectivo, de un parricidio que va a sustentar que la guerra se convierta en derecho y la violencia en un componente inevitable de lo político.

Haciendo una síntesis de Totem y Tabú, Freud sustenta que en tiempos primitivos el padre primordial, violento, hacia acopio de todas las hembras, y, a la vez, exiliaba de sus tierras a los hijos que osaban disputarle este monopolio del goce. Así, los hermanos se juntan y determinan… “ mataron al padre y devoraron su cadáver, poniendo así un fin a la existencia de la horda paterna. Unidos, emprendieron y llevaron a cabo lo que individualmente les hubiera sido imposible. Puede suponerse que lo que les inspiró el sentimiento de su superioridad fue un progreso de la civilización quizá, el disponer de un arma nueva. Tratándose de salvajes caníbales era natural que devorasen el cadáver. Además, el violento y tiránico padre constituía seguramente el modelo envidiado y temido de cada uno de los miembros de la asociación fraternal, y al devorarlo se identificaban con él y se apropiaban una parte de su fuerza La comida totémica, quizá la primera fiesta de la Humanidad, sería la reproducción conmemorativa de este acto criminal y memorable que constituyó el punto de partida de las organizaciones sociales, de las restricciones morales y de la religión”,

Al igual que Freud comprueba los efectos de la Gran Guerra, nosotros somos testigos, de nuevo, de esta otra en el corazón de Europa, en Ucrania; la misma devastación y desolación, las mismas hostilidades y aberraciones recorren las ciudades y los campos. Freud señala que aquella primera guerra mundial era más sangrienta y devastadora que cualquiera de las anteriores guerras, donde la transgresión del derecho internacional suscrito es flagrante, donde no se reconocen el respeto a lo heridos ni a aquellos que los socorren, ni tampoco hacen distinción entre aquellos que combaten de los otros que intentan ponerse a salvo siendo civiles pacíficos.

Igualmente, Freud se sorprende de la actitud de los estados en contienda: acuden a la mentira, al fraude, a la astucia. Los estados exigen obediencia, aunque ellos, cómo no, incumplen los tratados internacionales, monopolizando la violencia. De forma parecida, nosotros escuchamos estupefactos las noticias en el contexto de un mundo que aceptamos y donde las monedas de cambio están mediatizadas por las fake news. La situación de la guerra le permite confirmar que “los impulsos primitivos salvajes y malignos de la humanidad no han desaparecido, sino que persisten reprimidos en el inconsciente y esperan la ocasión propicia para desarrollarse

Respecto de la pulsión afirma dos cuestiones importantes para lo que nos ocupa en la actualidad, que la cultura fuerza a sus miembros a un distanciamiento cada vez mayor respecto de sus disposiciones pulsionales, esto es, que “todo lo que promueva el desarrollo de la cultura, trabaja también contra la guerra”.

Pero esto no es todo; a renglón seguido señala (cuestión que no hay que olvidar) que si los pueblos, los individuos rectores de la humanidad y los Estados abandonan las restricciones éticas en época de guerra, obedece a la incitación a sustraerse de la presión continua de la cultura, dándole satisfacción a las pulsiones refrenadas. Desde esta postulación la guerra es inevitable, en definitiva, no hay nada que frene de forma definitiva a la pulsión, a la guerra como manifestación de la pulsión.

No menos importante a estas observaciones, es cuando Freud reflexiona sobre las masas, esos grupos humanos cuya característica se asienta en la pérdida de la subjetividad individual a favor de un ideal presentado por un dirigente que se pone al frente de las filas de la masa. Aquello que lo lleva a reflexionar es cómo un sujeto racional, consciente al inscribirse en un grupo, alcanza a convertirse en un sujeto violento, bárbaro, vinculado fuertemente a las leyes de las formaciones del inconsciente y que, en última instancia lo propulsan a ser dominado y controlado, sin expresión de su subjetividad, por la figura denominada de un gran hombre (en los tiempos en que se escribe este texto, Putin se da un baño de masas).

Estos grandes hombres son los que se autoproclaman y son proclamados como el conductor, el caudillo, el duce, el fuhrer. La postulación que Freud sustenta se basa en la creencia por parte de los hombres de la existencia de alguien que ama a todos por igual, y, a la vez, es amado por todos. Le es conferido las características de la inmortalidad y de completud, apareciendo como un fantasma que se asemeja demasiado al padre de la horda que sustenta el poder capaz de disolver todas las diferencias y contradicciones, y auspiciándole al lugar la ley misma, exiliándose de estar sometido a la ley. Aunque hoy sí estamos posibilitados de saber que para alcanzar este estatus tienen que acudir a las mentiras más vergonzosas, pero esto no parece importar a los integrantes de la masa, en cuanto han renunciado a su subjetividad.

En el grupo se borra lo diverso precipitándose lo uniforme; se mantiene la identificación al líder y emerge una inhibición colectiva de la función intelectual. Se manifiesta un sentimiento de potencia infinita, donde la masa influenciable es proclive a todo tipo de sugestión, que puede llevarla a cualquier tipo de atrocidad.

El colorario del texto de Freud concluye afirmando que sigue y seguirá mostrándose como imprescindible el dominio de la masa por una minoría tal como afirma el análisis de estos fenómenos. Si bien admiten la renuncia a la pulsión cuando es invocada imperativamente por el conductor de turno, no lo admiten fácilmente mediante las argumentaciones de la razón. Esta diferencia fundamental es postulada por Freud por la generación de una satisfacción narcisista que se produce por el estado de comunión de la masa y el jefe dirigente de la misma.

Como siempre, la Antigüedad nos ayuda con sus paradojas. Cayo es un plebeyo que se encuentra acorralado por los tributos y las prestaciones personales; a la vez, cómo no, es romano, y como tal va a participar de llevar a cabo la determinación de dominar a otras naciones e imponerles leyes, desconociendo en el mismo movimiento su situación y de donde le viene la misma.

En su texto del ¿Porque la Guerra? (1932) propiciado por su correspondencia con Einstein, Freud sostiene que “la comunidad incluye desde el comienzo elementos de poder desigual, varones y mujeres, padres e hijos, y pronto, a consecuencia de la guerra y el sometimiento, vencedores y vencidos, que se trasforman en amos y esclavos”. Ante los deseos pacifistas de Einstein, Freud se muestra reticente en cuanto a la pretensión del desarraiago de la pulsión agresiva existente en los hombres. Sostiene firmemente que la posibilidad de la armonía social, del equilibrio y la concordia no pasan de ser una ilusión utópica. Los hombres son capaces de alienarse ante un jefe de la masa que les asegure su amor por ellos y que les permita, incite, empuje y justifique a la agresión y a la violencia, legalizando esos componentes que conforman la naturaleza humana.

Si bien Freud se ocupó de la identificación de los sujetos que conforman la masa con el jefe, años más tarde, Lacan tomará el llevar a cabo el señalamiento sobre la identificación entre los propios miembros de la masa, identificación horizontal. Lacan postulará que el hacer bélico es un paso al acto, una puesta en acto de la intención agresiva que tiene como causa la insoportabilidad de la diferencia (los rusos con los ucranios tienen un pasado común; para los rusos, los ucranios son iguales, pero portando algo diferente y extraño, que no pueden soportar ni tolerar)

Para cerrar un conflicto por medio de la fuerza física ha de llevarse a la parte que se quiere dominar a que deponga sus oposiciones, sus antagonismos e incluso a la reclamación de que retiren la fuerza que se está llevando a cabo. Para alcanzar este objetivo, lo más directo es su eliminación física, es decir, matando a ese otro que es un enemigo. De esta forma, se alcanzará que no haya oposición y de que otros tomen nota de este resultado.

También existen otras formas de eliminar a ese otro, que es subyugando el deseo del otro (esto es, matar el deseo), en definitiva, someter el deseo al deseo del otro. Eso sí, aquel que lo lleve a cabo ha de tener en cuenta la venganza del sometido, ahí lo estará esperando el vencido. Es la faceta de la dialéctica del amo y el esclavo, donde esperando la venganza, el amo acabará siendo esclavo del esclavo.

Así, todos los intentos de alcanzar acuerdos y que se sostengan en el tiempo se han mostrado infructuosos. Se han transgredido los tratados de Versalles, de Locarno, de Briank-Kellog y el posterior a la correspondencia de Freud con Einstein, el de Munich, donde varios estadistas (Chamberlain, Daladier, Mussolini y Hitler) firmaron el tratado denominado como la ciudad de lo acogió. Algunos como Chamberlain y Daladier pensaron que si cedían a los apetitos de Hitler podrían detenerse hasta ahí, pero poco tiempo después Freud se anexionó Austria y poso después los Sudetes (1938).

A la finalización de la contienda Mundial le sucedieron la conferencia de Yalta y Postdam. Le sucedió el nacimiento de la Organización de Naciones Unidas, sustentando de nuevo el intento de la articulación y construcción de un derecho internacional para consolidar la paz y la seguridad en los derechos humanos en todo el mundo.

En realidad, entramos en la llamada Guerra fría, un nuevo tipo que consistió en un rearme alcanzando a la tipología nuclear; nueva distensión y en la actualidad nueva tensión rozando el límite de poner en juego la destrucción total del ser humano.

Como postulación final Freud declara no ser posible la eliminación de la tendencia a la agresión, señalando que el único camino plausible es intentar desviar esta tendencia con el objeto de que no deba de encontrar en la guerra su expresión

Según Freud, la guerra \”transgrede todas las restricciones a las que nos vemos obligados en tiempos de paz… arrasa a su paso con furia ciega como si tras de ella no hubiera porvenir… destroza los lazos comunitarios entre los involucrados en el combate y deja como secuelas un encono que por largo tiempo impedirá restablecerlos\”

5. Efectos de la guerra

La guerra es un desastre, no solo porque implica de forma directa a la muerte, sino que también tienen lugar otros muchos efectos en las vidas de las personas:

  • Aniquilación directa de un régimen político para imponer otro que responda adecuadamente a los invasores. Conlleva la desacreditación del país invadido.
  • Destrucción de la infraestructura económica existente; el objetivo es implantar otra que satisfaga la obtención de ganancias a las clases más poderosas.
  • Pérdida de los valores históricos culturales de la comunidad. Conlleva el desarraigo de una cultura e imposición de otra, que en el mejor de los casos implica una regresión.
  • La sociedad queda desorganizada. Se pueden presentar momentos y movimientos de violencia, violación, deshumanización por el ocupante, destrucción de la estima, violación flagrante de los derechos humanos. Desintegración de las familias, por muerte de sus miembros o desplazamiento, éxodo y refugio.
  • Destrucción física y perturbación de hábitats naturales como consecuencia del uso de armas.
  • Afectación severa en la Salud Pública. Desde las muertes, heridos o enfermedades derivadas que rompen las capacidades de los servicios de salud. Destrucción de infraestructuras de salud (hospitales, ambulatorios, clínicas)
  • Afectación al comportamiento psicológico y sociológico en las comunidades; Después del desastre se precipitan los fenómenos psicológicos como ansiedad, depresión, trastornos psicosomáticos, trastornos de estrés postraumático, neurosis.

6. Consecuencias psicológicas de la guerra

La guerra deja marcas en el psiquismo humano, y aunque existe una variabilidad en sus efectos debido a la respuesta que cada subjetividad pueda realizar, sí podemos indicar que las personas van a atravesar una experiencia de vulnerabilidad y de peligro, de indefensión y de horror, que van a dejar su huella en el psiquismo de las personas, tanto a nivel inmediato como a medio y largo plazo; y siempre estará en función de cómo cada persona responda a estos avatares, es decir, a cómo se haya constituido su psiquismo. En el caso de los niños están constituyéndose, y entonces por esta razón serán los sujetos más expuestos a la vulnerabilidad.

La revista médica inglesa The Lancet señala que el 20% de las personas que viven en zonas de conflicto está afectada por algún tipo de trastorno mental. En el caso de Ucrania, la evaluación sería que cerca de ocho millones están marcados por los efectos psíquicos de la guerra. Hemos de considerar la estadística de los conflictos de las últimas décadas que indica que el 80% de las personas afectadas son civiles. En el caso de Rusia, los afectados serán los soldados y las familias de estos, que durante mucho tiempo no sabrán cómo están sus hijos además de las pérdidas humanas que sufrirán.
Siguiendo con las estadísticas, el 10% de las personas que viven en situaciones de guerra sufrirán importantes problemáticas de salud mental; otro monto equivalente desplegará comportamientos que dificultarán sus actividades cotidianas. Muchas de estas problemáticas se desarrollarán en el campo psicosomático (insomnio, malestares corporales persistentes).

Los malestares se precipitarán siempre teniendo en cuenta que las vivencias de las situaciones de guerra no van a crear per se dichos trastornos, sino que van a actuar como elementos propiciadores (y ciertamente muchos de ellos son extremadamente potentes) ante los cuales un sujeto dado responde a ellos, y dependerá de su constitución psíquica que así será su respuesta y por tanto se dejará sentir el efecto en el psiquismo de dichas vivencias. Como ya hemos indicado, los más vulnerables serán los niños, las mujeres y las personas mayores. Los primeros porque su psiquismo está en constitución y precisan de algún garante que les ayude a enfrentar estas situaciones (ante todo su presencia); las mujeres porque están vinculados a sus hijos y precisan de darles atención y seguridad (posición de garante), y las personas mayores por la importante dependencia de los otros y del miedo.

Los malestares más comunes son la depresión, la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático y trastornos psicóticos. Los primeros son los más frecuentes, devenidos de la separación familiar, de la pérdida de la vida cotidiana, y de las pérdidas que se organizan a partir de lo cotidiano (bienes económicos, trabajo, servicios básicos sociales, amistades, etc.); también se precipita la angustia proveniente de la anticipación de lo que estará por venir.

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