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Efecto Pigmalión o Profecía Autocumplida

I. Pigmalión y la profecía autocumplida

Nos proponemos deconstruir lo que se ha denominado el efecto Pigmalión o la profecía autocumplida desde un punto de vista psicológico. Esto, como intentaremos señalar, tiene efectos diversos que se desprenden del propio fenómeno a estudiar, tales como la verdad o el destino; si indicamos verdad y destino es porque está articulado acerca del sujeto, qué es la verdad de un sujeto y cuál es el destino del mismo. Rápidamente se precipitará este parentesco entre ellos.

Comencemos por el principio, acerca de Pigmalión. Se trata de un mito griego. Ovidio en el libro X de las Metamorfosis relata la leyenda de Pigmalión y Galatea; las Metamorfosis es un poema de quince libros cuya pretensión es narrar la historia del mundo desde su creación hasta de la deificación de Julio César.

En este texto, relata la historia del Rey de Chipre, llamado Pigmalión. Este decidió no casarse al no encontrar a la mujer que tenía idealizada en su cabeza (tanto física como espiritualmente). Se dedicaba a la escultura de figuras femeninas y de esta forma compensaba el vacío que sentía. Se enamoró de una escultura esculpida. Pigmalión tiene la duda de si el cuerpo es de marfil o en realidad es corpóreo, cobrando vida propia, cuestión que le empuja a tocarla, a hacer como si estuviese viva; la viste, la acaricia, le ofrece regalos, le da un nombre (Galatea) hasta el punto de que llega a sentir que sus besos le son correspondidos por ella.

Pigmalión tiene la ocurrencia de pedirle a Venus (diosa latina, equivalente a la Afrodita griega) que en la medida en que los dioses lo pueden todo, tenga a bien darle una esposa semejante a la joven que esculpió en marfil. Venus cumple su deseo dando vida a la estatua.

No dejaremos de señalar que Bernard Shaw escribió una obra de teatro titulada Pigmalión.

II. El efecto Pigmalión desde la psicología y pedagogía

El efecto Pigmalión se ha definido como la influencia que una persona puede ejercer sobre otra, a partir de la imagen que esta tiene de ella.  Sus creencias podrán influir en el otro, sobre todo en lo referente al rendimiento (escolar, laboral) y al comportamiento (personal); así, para que dichas expectativas sean ciertas y se hagan realidad se desplegarán conductas que tiendan a confirmarlas. Este efecto también se conoce con el nombre de profecía autocumplida; de esta forma, un sujeto hará todo lo posible para que aquello que considera o cree que sucederá se haga realidad.

Este primer acercamiento desde la psicología respecto de esta influencia es instrumentalizada por la pedagogía e incluso por el ámbito laboral; y más abajo veremos también como por el ámbito financiero.

En la pedagogía este efecto cobra vital importancia en la medida en que se indica que su ausencia puede causar dificultades para los alumnos que no accedan a interiorizar positivamente el proceso de aprendizaje.

En los ámbitos laborales, cuando se estigmatiza a un sujeto (contextos tóxicos, mobbing) de forma negativa, esta expectativa, profecía, se cumple. Esta tendencia o situación produce que estos sujetos sean propensos a internalizarlo como una verdad, y produzcan su ineptitud o ineficacia laborales, sin apenas deseo de reivindicarse.

Todas estas situaciones, o este efecto descrito nos hace que nos surjan ciertas preguntas sobre ello. Una de ellas, es si dicha influencia de una profecía sobre otro la puede ejercer cualquiera, esto es, cualquier sujeto dado. Otra que nos emerge es si el aforismo sobre otro lo podemos ubicar en el orden de la verdad y si es incontestable, y por qué. Añadimos otra más, si esta influencia se ejerce desde algún tipo de relación, y cuál. Ahora quizá ya podamos ir entendiendo sobre el emparejamiento entre el efecto Pigmalión con la verdad y el destino.

Cuando el efecto Pigmalión es negativo, se precipita el efecto Golem. Esta palabra aparece en la Biblia (versión hebrea) y en la literatura talmúdica para referirse a una sustancia embrionaria o incompleta. En la mitología judaica y el folklore medieval se refiere ya más concretamente a un ser animado creado a partir de materia inanimada.

En 1977, Babad Elisha da vida al texto Pygmalion in reverse (Journal of Special Education), donde se evidencia el efecto Golem cuando los alumnos cuyas expectativas sobre su desempeño eran menores o negativas, realmente su producción estaba a la altura de dicho pronóstico.

III. La profecía autocumplida. Merton, Jacobson y Rosenthal

La teoría de la profecía autocumplida es una propuesta de Robert Merton, que tiene como premisa un teorema del sociólogo norteamericano W. I. Thomas. Este dicta: Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias.

Respecto del teorema, Merton aporta que las personas responden principalmente al sentido que tienen de una situación dejando a un lado los rasgos objetivos; las conductas estarán mayormente determinadas por el sentido que se les dé a tales situaciones. Concluye que si fuesen el teorema y sus consecuencias más utilizados, se entendería mejor el funcionamiento del contexto social.

Y es aquí donde se inscribe la profecía en el ámbito financiero. Para ello, Merton nos trae el suceso referido a Last National Bank en 1932. Se trataba de una institución bancaria en expansión pero que fue apresada por una profecía autocumplida. Circuló un rumor de insolvencia, dando lugar a que los depositantes del banco se abalanzaron a demandar sus depósitos para salvaguardar su dinero. Esta conducta en forma de avalancha produjo el efecto de la insolvencia temida.

La estructura financiera estable del banco había dependido de una serie de definiciones de la situación. Una vez que los depositantes definieron la situación de otra forma, esto es, articularon una duda acerca de la posibilidad de que llegasen a hacerse efectivas sus esperanzas, conllevando que las consecuencias de esta definición irreal fueran reales.

Otro ejemplo de la teoría de la profecía autocumplida fue articulada y definida por Robert Rosenthal (psicólogo) y Leonore F. Jacobson (docente).

El experimento, en los años sesenta, fue llevado a cabo en California (San francisco) consistiendo, en que los investigadores le dijeron a los docentes del centro que los resultados arrojados por un test a sus alumnos de primero a sexto año de formación escolar indicaban que algunos estudiantes estaban cercanos a alcanzar un crecimiento intelectual mayor que los demás alumnos.

La realidad de lo que hicieron fue seleccionar alumnos al azar; el propósito consistía en averiguar si las expectativas que los docentes tenían sobre sus alumnos ejercían algún tipo de influencia en estos últimos. Algunos meses después, al volver a evaluar a los estudiantes, los resultados arrojaron un indicativo aumento de rendimiento en un alto porcentaje de aquellos alumnos de quienes se esperaba un crecimiento intelectual, justamente en comparación con los otros estudiantes.

Rosenthal y Jacobson alcanzaron, pues, la conclusión que las expectativas de crecimiento intelectual y la conducta llevada a cabo que tuvieron los docentes con aquellos alumnos de quienes se dijo que tendrían tal crecimiento, fue el factor determinante para que dicha expectativa premonitoria se cumpliera. Esto fue los que les permitió hacer una extrapolación más general, argumentando que las expectativas que se tienen sobre las personas cumplen un papel fundamental en la conducta de los sujetos.

IV. Verdad y destino

Merton, efectivamente, se percató de que la profecía autocumplida partía de una mentira, de algo falso. El autor señala que se produce una parábola… las definiciones públicas de una situación (predicciones, profecías, expectativas) son parte integrante de la situación, y, por tanto, alcanzan a afectar a los acontecimientos que le siguen. El rumor sobre la insolvencia del banco influyó determinantemente en el resultado real. La profecía acerca de la insolvencia llevó a su cumplimiento.

Merton postula la profecía autocumplida que parte de una definición falsa de la situación (rumor) que suscita una conducta nueva (demanda de depósitos de los clientes) y que alcanza a convertir en verdadero el concepto del que se parte falso.

El autor señala que se sostienen varios prejuicios por no comprender la lógica de la profecía autocumplida, ya que las ideas falsas que vehiculizan los prejuicios se formalizan como datos irrefutables que, como lo son, vienen a corroborar, y a justificar, dichos prejuicios. Esto es, el dato transita como un imperativo.

Merton, y nosotros, formula la pregunta acerca de cómo sería posible cesar a la profecía autocumplida. Merton apunta a poner en duda la idea falsa de la que se parte, reformulando la situación, abandonando la definición de principio, señalando que cuando se propone una nueva definición de la situación deniega el supuesto y, por tanto, a lo que se desarrolla posteriormente. Es así, propone Merton, cómo la creencia (el rumor, lo falso, la mentira) deja de engendrar la realidad.

Merton no se cree a pie juntillas su propuesta porque a continuación señala que debatir las definiciones arraigadas de forma profunda de una situación no es tan fácil de resolver como un simple acto de voluntad. La voluntad, no puede abrirse y cerrarse a gusto; postula que la inteligencia y la buena voluntad sociales son el resultado de diferentes fuerzas sociales.

No podemos esperar que un toxicómano deje de serlo porque le hagamos saber que su vida corre un auténtico peligro. Ya estamos al tanto de que los malestares psicológicos no se desvanecen porque vayamos dando charlas ni conferencias, ni el odio hacia el otro porque socialmente se realicen campañas educativas (véase la similitud con la llamada psicoeducación).

Bien, es aquí que estamos llamados indicar algunas cosas… acerca de la verdad. No por sacar la verdad a flote la falsedad se extingue. La cosa está, para ayudarnos de Merton, en los datos que se muestran como incuestionables, y que señalábamos más arriba como un tránsito imperativo. Dícese, se dice. ¿pero quién lo dice, desde donde se dice? Este es el asunto. Y, además, ahora alumbraremos a ese que parece medio escondido en las situaciones señaladas, el sujeto. ¿Qué lugar tiene el sujeto en todo esto?

Ese dato que se presenta irrefutable ¿qué es? El Otro, con mayúscula, no cualquier otro, no vale que lo diga tal como otro cualquiera. El ejemplo del banco, los rumores, en un momento dado, y por eso su eficacia, son que alguien escucha que circula cierta información, que no se pone en duda, como si fuese el aire que trae esas palabras, incuestionables. Esto es, del Otro no castrado.

Recordemos a Lacan, el deseo (del sujeto) es el deseo del Otro. Pongamos el ejemplo de las madres, que parecen saber el futuro (predicción, premonitorio) acerca de sus hijos. Es suficiente para que una madre le señale al hijo que se va a hacer daño para que este finalmente se lo haga; es por haber dicho tal cosa que el niño lo lleva a cabo; toma esa palabra leyéndola como deseo. Y se produce que en un acto adquiere un valor de verdad en forma de sentencia.

Ya que estamos con los niños y las madres, proponemos otro ejemplo. El niño se encuentra mal, llora, está inquieto, que la madre lee, es decir, que la interpreta, convirtiendo le necesidad de su hijo en una demanda en la medida en que interviene la palabra. Y, además, para el niño, la madre acierta; hace un movimiento que calma, alivia al niño. Y esto es de lo que se atestigua de la existencia de un Otro que es la madre. Esta lo sabe todo (más allá de que experimente interpretando para saber qué le sucede a su hijo en realidad, y en una de ellas da con ello). Esto la va a constituir en ese Otro grande.

Tampoco nos es extraño que a tan temprana edad el sujeto esté tan receptivo al significante, a las palabras, ya que del sujeto se ha hablado desde antes de haber nacido biológicamente (los padres, los familiares, los amigos en sus palabras ya preexisten al niño).

Digamos en resumen que preexiste en lo simbólico, al nacer no cae en el mundo, sino en una escena en la que se le ofrece un papel a interpretar, tal como una obra de teatro. Desde aquí, parece un destino.

La profecía tiene estructura de destino; se realiza una predicción sobre algo que está por venir y de lo que, además, es inevitable sustraerse. No es preciso que dicha predicción sea proferida por un profeta o un adivino, ni tampoco que sea hecho por una madre. Se trata de las palabras proferidas desde un lugar del Otro, tal como se hacía en la antigüedad griega mediante el oráculo, o bien ya más modernamente en forma de aforismo. Así, se evidencia la potencia y el peso del significante, de lo cual se desliza que la verdad no tendrá nada que ver con la realidad, sino con la palabra. La verdad es construida por las palabras. Comprobaremos que dados unos hechos estos no darán cuenta de si algo es verdad o no; La palabra será la encargada de precipitar esta efectividad.

Así, lo proferido, lo oracular, desde ese lugar del Otro se conformará como una marca, un real, para el sujeto, el cual estará invitado a leer; esta lectura dejará constancia de la implicación del sujeto en lo que lo ha preexistido, ese Otro, que de esta forma ocupará un lugar inicial para el sujeto. Esto es lo que nos permite avanzar que esta interpretación, la lectura, es el signo de la responsabilidad subjetiva.

Freud en ningún momento dejó de implicar al sujeto en los acontecimientos de su vida, siempre lo tomó como responsable de lo que le acontece. También el destino cobró importancia en su discurso…bajo diversos nombres; uno de ellos, fue la repetición, un destino que era autoinducido y estaba determinado por influjos de la temprana infancia; el retorno de lo igual puesto en juego por una conducta activa de las personas, pudiendo hacer emerger el rasgo de carácter que se mantienen igual en ellas, poniendo en juego en el exterior la repetición de idénticas vivencias.

También Freud responde a una explicación del efecto Pigmalión, cuando advierte que los profesores son relevos de las imagos paternas (aquí hacemos intervenir el experimento de Rosenthal y Jacobson); por ello, es tan determinante lo que los profesores depositen en los alumnos puesto que estos transfieren las expectativas y el respeto proveniente del padre de los años infantiles. Los alumnos-hijos responden desde esa estructura infantil que es la travesía edípica: lo que los padres esperan de sus hijos, estos se lo devuelven en forma de amor (o de odio) a través de su producción escolar. Si no tomáramos en cuenta lo que ocurre en la crianza de los niños y en el espacio familiar, nuestra forma de relación hacia los maestros no sería entendible.

Esto que se cumple, es algo bastante diferente y distante de lo mágico de una profecía que en todo caso la podemos identificar como el lugar del Otro, pero nunca como algo que cae de arriba, o de otro lado, (la magia) porque sí.

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