1. Vínculo
Los estudios que se han llevado a cabo en estos último quince años sobre la primera infancia alcanzan la conclusión de que la edad de cero a tres años es la unidad de edad crítica en el desarrollo del niño.
En este periodo se despliega el desarrollo de la capacidad cerebral del niño al máximo. Da lugar a una proliferación neuronal para posteriormente dar paso a una poda que consiste en la desaparición de aquellas conexiones que no han sido utilizadas. Indicaremos que para el Sistema nervioso existen ciertos periodos críticos en el desarrollo, los cuales no se pueden adelantar ni atrasar.
El vínculo con el cuidador primario se produce en uno de estos periodos llamados críticos, donde la confianza en el cuidador es fundada: este vínculo, desplegado durante el primer año de vida, tiene consecuencias para el futuro del infante, alcanzado un riesgo severo si se interrumpe. Justamente, es esta confianza en el cuidador la que va a ser tomada como referencia en las relaciones futuras que establecerá el niño.
2. Teoría del apego
La Teoría del Apego debe su existencia al psicoanalista británico John Bowlby.
Para ello, exploró varios campos: desde la biología evolutiva a la teoría de relación de objeto del psicoanálisis, pasando por la teoría de sistemas de control y finalmente por la etología.
Su origen hay que situarlo en el contexto que sigue después de la II Guerra Mundial, donde la “Lo que por motivos de conveniencia denomino teoría del apego es una forma de conceptualizar la tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular y un intento de explicar la amplia variedad de formas de dolor emocional y trastornos de la personalidad, tales como la ansiedad, la ira, la depresión y el alejamiento emocional, que se producen como consecuencia de la separación indeseada y de la pérdida afectiva”. Bowlby pudo determinar que la capacidad de resiliencia de los menores estaba influenciada por el vínculo formado en los primeros años de vida. Concluye que el tipo de relación que se establece entre el infante y su cuidador es determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior. El estilo de apego establecido durante la infancia va a desplegarse en los miedos e inseguridades en la persona adulta, e igualmente en su estilo de enfrentarlo. Bowlby valida la teoría del apego para articular la dimensión del duelo. Y lo plantea indicando que la ruptura con el cuidador lleva a la ansiedad de separación. De esta manera observa que los mecanismos para afrontar dicha separación serían los mismos que posteriormente, tanto niños como adultos, van a utilizar cuando pierden a una figura amada. Plantea, pues, que las reacciones de duelo y pérdida se estructuran ya en la lactancia y temprana infancia, mostrando muchos rasgos en común con el duelo patológico en los adultos. Oliva y otros (2003-4) señalan que el modelo propuesto por Bowlby se basa en la existencia de cuatro sistemas de conducta relacionados entre sí: el sistema de conductas de apego, el sistema de exploración, el sistema de miedo a los extraños y el sistema de afiliación. Bowlby definió la conducta de apego como “cualquier forma de comportamiento que hace que una persona alcance o conserve proximidad con respecto a otro individuo diferenciado y preferido. En tanto que la figura de apego permanezca accesible y responda, la conducta puede consistir en una mera verificación visual o auditiva del lugar en que se halla y en el intercambio ocasional de miradas y saludos. Empero, en ciertas circunstancias se observan también seguimiento o aferramiento a la figura de apego, así como tendencia a llamarla o a llorar, conductas que en general mueven a esa figura a brindar sus cuidados”. Mary Ainsworth, psicóloga del desarrollo, investigó acerca del apego en la década de los años sesenta y setenta. Desarrolló el concepto de base segura. Acerca del apego indica: “El vínculo de apego es el lazo afectivo que una persona o animal forma entre él y una figura específica. Un lazo que tiende a mantenerlos juntos en el espacio y en el tiempo”. Realizó con sus colaboradores un experimento, “la situación del extraño”, para examinar el equilibrio entre las conductas de apego y de exploración, bajo condiciones de alto estrés para el infans. Es una prueba de laboratorio para medir el apego, en niños de 1-2 años. Consta de dos episodios de una breve separación entre el niño y la persona que lo cuida. El objetivo era evaluar la manera en que los niños utilizaban a los adultos como fuente de seguridad, desde la cual podían explorar su ambiente; también la forma en que reaccionaban ante la presencia de extraños, y sobretodo en los momentos de separación y de reunión con la madre o cuidador principal. Ainsworth encontró diferencias individuales que le permitieron describir tres patrones conductuales que eran representativos de los distintos tipos de apego en niños: Fonagy (2004) señala que en el apego seguro aparece ansiedad de separación y reaseguramiento al volver a reunirse con el cuidador. Se interpreta como un modelo de funcionamiento interno caracterizado por la confianza en el cuidador, cuya presencia le conforta. Las personas con estilo de apego seguro son capaces de usar a sus cuidadores como una base segura cuando están angustiados. Saben que los cuidadores estarán disponibles y que serán sensibles y responsivos a sus necesidades. En su articulación sobre el apego inseguro-evitativo, en el experimento se interpretó como si el niño no tuviera confianza en la disponibilidad de la madre o cuidador principal, mostrando poca ansiedad durante la separación y un claro desinterés en el posterior reencuentro con la madre o cuidador, incluso si la madre se mostraba predispuesta al contacto, ellos lo rechazaban. En el apego inseguro-ambivalente el niño muestra ansiedad de separación, pero no se tranquiliza al reunirse con la madre o cuidador; el niño hace una puesta en juego exagerando el afecto para asegurarse la atención. Al estar tan preocupados por la ausencia de la madre, los niños no realizaban exploraciones en la Situación del Extraño; sus respuestas emocionales iban desde la irritación, la resistencia al contacto, el acercamiento y las conductas de mantenimiento de contacto. Posterior a la postulación de Ainsworth sobre los tres estilos de apego se consideró la existencia de un cuarto tipo por otros autores denominado desorganizado-desorientado. Aúna muchas de las características de los dos grupos de inseguros, que inicialmente fueron tomados como inclasificables (Main y Solomon). Botella (2005) señala que este tipo de apego, aparentemente mixto, implica a un 80% de niños que han vivido situaciones de maltrato o abuso. Son niños que muestran una gran inseguridad y cuando se reúnen con la madre o el cuidador principal tras la separación, despliegan una variedad de conductas confusas y, además, contradictorias. Botella (2005) señala que estos niños pasan por una situación de colapso en sus estrategias conductuales. Bowlby examinó el rol que juegan los estilos de apego en los afectos de rabia y enfado. Para este autor, la rabia es una respuesta funcional de protesta dirigida a otros; los sujetos con estilos de apego inseguro transforman esta respuesta en otra que resulta disfuncional. Otros autores han comprobado que las personas con estilos de apego seguro presentan menos propensión a la rabia, expresan su enfado de manera controlada, sin señales de hostilidad a otros y siempre buscan resolver la situación una vez que están enfadados. En cambio, las personas con estilos de apego ambivalente y evitativo tienen más tendencia al enfado, se distinguen por metas destructivas, frecuentes episodios de enfado habituales y afectos de corte negativo. Barholomew y Horowitz indican los siguientes tipos de apego en adultos: apego seguro, apego rechazante, apego preocupado y apego temeroso. Los tipos de apego en los adultos partirán de la misma base que en la infancia, haciendo dos distinciones importantes a tener en cuenta en la medida en que el sujeto avance en su desarrollo, las personas que se ubiquen como apego para el sujeto serán diferentes; en la adolescencia habrá un momento en que los iguales sustituyan a los padres (fundamentalmente la madre), al igual que la pareja tomará un lugar relevante respecto del apego. El segundo distingo es que si en la niñez el apego se relacionaba con la seguridad en sí mismo y la continuidad entre el niño y la figura del apego (la confianza o no en el cuidador conllevará un buen o no soporte propio), en la adultez ya no existe dicha paridad de tal forma que el sujeto podrá tener una valoración positiva de sí y rechazante del otro exterior, y al revés; igualmente podrán tener una valoración de sí y de los otros negativos en ambos casos. La Escala de Massie Campbell Este instrumento valoriza la conducta del cuidador y del bebé frente a una situación de stress para el bebé. El objetivo consiste en elaborar criterios observacionales claros y conductuales, que reflejan la calidad del vínculo entre la madre/cuidador y el bebé. La pauta contiene 6 elementos de apego: mirada, vocalización, tacto, sostén, afecto y proximidad. Los indicadores evalúan sobre el apego seguro, evitante y ambivalente. El CaMir-R (Balluerka, Lacasa, Gorostiaga, Muela y Pierrehumbert, 2011)es un cuestionario que mide las representaciones de apego y la concepción del funcionamiento familiar en la adolescencia y principio de edad adulta. Consta de 32 ítems que el participante debe responder en una escala tipo Likert de 5 puntos (1 = Totalmente en desacuerdo, 5 = Totalmente de acuerdo). Se necesitan aproximadamente 15-20 minutos para cumplimentarlo. El CaMir-R (Balluerka et al., 2011) se encuentra a libre disposición de los investigadores y de los profesionales en la siguiente enlace. Para conocer los resultados del cuestionario, las puntuaciones del sujeto se han de trasladar a la tabla Excel creada para tal efecto, a partir de la cual se obtienen las puntuaciones T de las dimensiones de apego. Las dimensiones de apego permiten conocer las características de las representaciones de apego, además algunas de estas dimensiones permiten estimar el estilo de apego de la persona. Cuestionario de relación RQ; Bartholomew y Horowitz 1991. Este Cuestionario permite diagnosticar el estilo de apego de la persona mediante cuatro descripciones generales de relación afectiva. Evalúa el estilo afectivo en las relaciones interpersonales, no referida a la relación de pareja actual. Permite un diagnóstico del estilo de apego categorial, pero también permite valorar a los sujetos en dimensiones afectivas. Si quieres aprender más sobre los tipos de apegos que existen y su desarrollo en la infancia, Isfap dispone del máster en Psicología Clínica y Psicoterapia infanto juvenil donde se abarcan esta temática de análisis. 3. Definición del apego
4. Tipos de apego
4.1. Tipos de apego en los adultos
5. Instrumentos para la evaluación del apego
Si quieres aprender más…