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Qué es la psicogeriatría

I. Introducción

Cuando nos proponemos acercarnos a ese periodo vital que es la vejez nos encontramos con una diversidad de términos que nos conviene aclarar; así se precipita, la gerontología, la geriatría, la psicogerontología y la psicogeriatría.

La Gerontología es una ciencia que se encarga del envejecimiento de las personas. En ella confluyen conocimientos de la psicología, de medicina, de educación, y de sociología. Todas ellas tienen el objeto de convertir la experiencia de envejecer en una aventura menos negativa, y por qué no, incluso positiva.

La palabra proviene del griego Geronto= anciano, y logos= tratado; es el estudio de la vejez. Entendemos esto como el conjunto de conocimientos y estudio del fenómeno del envejecimiento en su totalidad. Por lo tanto, la Gerontología abarca las aportaciones de todas las disciplinas científicas, filosóficas, artísticas, etcétera, sobre el envejecimiento. Es muy vasta, y la Geriatría constituye la parte eminentemente biológica, médica, de la Gerontología.

Por su parte, Geriatría proviene del griego Geron = vejez, y tría= curación; es la rama de la Medicina Interna, que estudia los aspectos fisiológicos y las enfermedades de la vejez. La Geriatría es una parte de la Gerontología.

II. Recorrido histórico

Pero realicemos un pequeño recorrido histórico que nos permita ubicarnos mejor. Todo parece indicar que el término gerontocracia, con el que se describía en la Grecia antigua al gobierno controlado por los ancianos, pudiera haber sido el término precursor del término gerontología. Los Gerontes era un consejo de 28 hombres que pasaban de los 60 años y controlaban el gobierno de la Ciudad-Estado.

En el pensamiento griego la teoría concebía el existir humano sostenido por un principio vital, designado como ‘calor innato’, al que se incorpora la supuesta existencia de cuatro elementos, el calor y la frialdad, la humedad y la sequedad, cuya variable combinación explicaría la diferencia de temperamentos y, por su evolución en el curso vital, determinaría el tránsito de las edades, desde la infancia, con predominio del calor y la humedad, a la vejez, que se impondría en el vivir humano con el dominio ahora de la sequedad y la frialdad. 

La aceptación por la medicina griega de esta explicación justifica que Galeno se mostrara contrario a la identificación, que sostuvo Aristóteles, de la vejez como enfermedad; la vejez, para la medicina griega, sería un estado “natural”, pues, en frase de Galeno, “no es otra cosa que la constitución seca y fría del cuerpo, resultado de una larga vida.

Esta explicación fue asimilada por la medicina árabe, recogida por los médicos medievales y reafirmada por los médicos humanistas del Renacimiento, y su vigencia se prolonga hasta la época avanzada del siglo XIX. Las conquistas logradas por la medicina europea desde el siglo XVI no depararon argumentos nuevos suficientes para recusar la interpretación clásica del envejecimiento; por su parte, el soporte de creencia que el cristianismo impone a la imagen del hombre contribuyó a mantener aquella interpretación heredada.

En todo caso, el pensamiento romano y griego sobre el tema, promovió el desarrollo investigativo de Europa. Toda la fascinación de Europa por el envejecimiento y la muerte fue trasmitida al resto del mundo bajo su influencia.

En los siglos XVII y XVIII, Francis Bacon y Benjamín Franklin esperaban descubrir las leyes que gobernaban el proceso de envejecimiento para establecer después un utópico rejuvenecimiento.

Una de las primeras publicaciones que sobre esta materia se reconoce, fue editada en el año 1236 por Roger Bacon, con el título de “La Cura de la Vejez y La Preservación de la Juventud“. Otros autores también se destacaron por sus estudios y publicaciones sobre el tema: Zerbi (1468), Cornaro (1467), Ficher (1685) y Canstatt (1807).

El estudio académico sobre las personas ancianas y el envejecimiento comienzan en la Edad Moderna con los trabajos biométricos de Adolphe Quetelet (1796-1874) y Francis Galton (1822-1911). Quetelet es considerado el primer gerontólogo de la historia, al establecer los diferentes estudios de la evolución de la vida humana. Aplicó la curva de Gaus, lo que supuso una auténtica revolución conceptual en su tiempo.

Charcot en 1881 escribió sobre, “la importancia de un estudio especial de la vejez y sus enfermedades”.

En 1903, Michel Elie Metchnikoff (1845-1916) sociólogo y biólogo ruso, sucesor de Pasteur y Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1908, propuso a la Gerontología como ciencia para el estudio del envejecimiento, ya que según él “traería grandes modificaciones para el curso de este último período de la vida”.

Por su parte, el término geriatría fue acuñado por Ignatriusl Nascher en su obra presentada en 1907 en la Academia de Ciencias de Nueva York titulada “Geriatría, las enfermedades de los ancianos y su tratamiento”. Nascher pasó de ser pediatra reconocido a fundador del primer departamento de Geriatría en los EE.UU. en el Hospital Mont Sinai de Nueva York. La Geriatría es por tanto una rama de la Gerontología y de la Medicina que se ocupa de los aspectos clínicos, terapéuticos, preventivos, y sociales en la salud y enfermedad de los ancianos. Es una ciencia práctica aplicada, que se ocupa de la asistencia integral a estas personas.

La Gerontología social fue definida en 1914 por Eduardo Sthiglitz como una ciencia que se ocupa del hombre como organismo social, que existe en un ambiente social y aceptado por éste”.

A pesar de que a comienzos del siglo XX se empiezan los estudios del envejecimiento desde diversas perspectivas, se hacen con hipótesis dudosas o incompletas y no es hasta los años 30 cuando se desarrollan los conceptos básicos de la gerontología. Para muchos el comienzo de la Geriatría moderna se inició con los trabajos de la doctora Marjory Warren a partir de 1935 en un hospital para crónicos en Londres. De su trabajo de entonces y sus ideas, nacieron, para la Medicina geriátrica, muchos de los principios que mantienen la más plena vigencia; entre otros:

  • La vejez no es una enfermedad.
  • Es esencial realizar un diagnóstico exacto.
  • Muchas enfermedades de la vejez son curables.
  • El reposo injustificado puede ser peligroso.

A partir de los años 30 y 40 se desarrollaron los estudios más sistemáticos, se creó en Europa (1939) un club de investigación sobre los problemas del envejecimiento y la Fundación Nuffield (1943), en Gran Bretaña, para el soporte de las investigaciones en Gerontología. Así este interés científico comenzó como una preocupación de un grupo de estudiosos sobre un limitado número de universidades en los años 40.

Y si bien Morris en 1942 propuso los elementos esenciales de la Atención Geriátrica, fue tras la Segunda Guerra Mundial en 1946 cuando comenzó su desarrollo y alcanzó poco a poco el estado de campo científico independiente, lo que permitió en 1946 la aprobación en el Reino Unido de la especialidad de Geriatría y en 1947 se fundó la Sociedad Británica de Geriatría.

En 1950 en Lieja, Bélgica, se creó la Sociedad Internacional de Gerontología, con la finalidad de promover las investigaciones gerontológicas en los campos biológicos, clínicos y de formación de personal altamente calificado en el sector del envejecimiento.

Las ideas de la prevención de las enfermedades de la vejez y la conservación de la salud de los ancianos fueron introducidas por Anderson y Cowan en 1955, mientras que Willianson en 1964 describe el “Iceberg” de las enfermedades no referidas en la vejez. En 1958 se fundó en Oxford el primer departamento de Geriatría en Inglaterra.

Con la creación de varios Institutos de Gerontología como los de Kiev, Baltimore y más tarde Tokio, se ayudó al avance de las investigaciones sobre el envejecimiento.

La preocupación de las naciones por este fenómeno quedó patente en la realización de una Asamblea Especial sobre Envejecimiento en las Naciones Unidas, Viena, en 1982, de la cual devino un Plan de Acción, evaluado en 1992 en Nueva York y cuyos objetivos guían la política de trabajo en esta esfera en muchos países.

Vayamos ahora a la psicología. Las dos ramas de la psicología relacionadas son la psicogerontología y la psicogeriatría. Siguiendo con la lógica anterior, podemos considerar entonces que la psicogeriatría es una rama de la psicogerontología y se ocupa de la patología de la vejez.

La Psicogerontología tiende a ser considerada frecuentemente como una rama de la Psicología Evolutiva que se ocupa del estudio de las últimas etapas del ciclo vital. Preferimos ir más allá de la psicología evolutiva. Pensamos que más allá de las edades o evoluciones vitales, lo que se pone en juego sobre todo es el sujeto que las soporta. Ello es importante ya que pone el acento sobre el sujeto.

La podemos definir como el conjunto de aportaciones tanto teóricas como prácticas de diversas áreas de la psicología al proceso de envejecimiento. La psicogerontología es un campo científico multidisciplinar, pues incluye todo lo que hace al estudio del envejecimiento psicológico normal, a la promoción de salud mental y prevención de enfermedades psíquicas. Está estrechamente relacionada con la Psicogeriatría; esta se especializa en las enfermedades mentales del envejescente y del viejo.

Hagamos también un recorrido histórico por el término. El profesor Forteza, distinguiendo la historia de la Psicología de la vejez de la historia de la vejez y de la historia de la Gerontología, que en buena parte es geriatría, señala cuatro etapas en la Psicogerontología: la de iniciación, que abarca el periodo entre las dos Guerras Mundiales, la de constitución, la de consolidación y desarrollo, y las tendencias que caracterizan el momento actual.

III. Etapas en Psicogerontología

Fase de Iniciación

En la fase de iniciación cabe destacar los libros de Hall (1922) “Senescence, the last half of life” y los de Thorndike (1928, 1935) “Adult learning” y “Adult interests”, respectivamente, y dos estudios sobre el envejecimiento con metodología transversal: el de la Universidad de Stanford (1928) y de la Universidad de Viena (1930); así como los estudios sobre inteligencia.

Hall, que escribió su libro con sesenta y ocho años, partiendo de cuestionarios y de sus propias observaciones, concluye que la transición crítica a los últimos años varía considerablemente de un individuo a otros y lo que puede constituir la norma ideal para una persona puede resultar un fracaso para otra. Igual que ocurría en la adolescencia, la senectud requiere también la construcción de un nuevo Yo. La obra parece que estimuló la puesta en marcha de una serie de trabajos empíricos sobre procesos específicos. Thorndike, por su parte, pone de manifiesto la mayor lentitud que caracteriza el proceso de aprendizaje de los mayores en una diversidad de tareas. En 1930, a partir de la Universidad de Stanford, se empezaron a aplicar test de aptitudes perceptivas, motoras y cognitivas a 863 sujetos, comprendidos entre 10 y 89 años, de dos ciudades y diversos niveles socioculturales; en 1932 se añadieron otros 1600 sujetos; 190 sujetos repitieron las pruebas en los dos estudios, por lo que debe de constituir el primer intento de recoger datos longitudinalmente. Entre sus conclusiones merece la pena señalar que:

  • en todos los niveles de educación se registra declive. Lo universitarios viejos puntúan menos que los universitarios jóvenes, aunque se suelen situar por encima de la media de los que sólo cuentan con enseñanza primaria o incluso secundaria,
  • la percepción visual es la primera en madurar y la que antes comienza a declinar,
  • las destrezas motoras alcanzan un punto álgido entre los 18 y los 29 años y se mantiene bien hasta los 49 o más.
  • el juicio tal como se midió (el test empleado fue una adaptación de Otis) puede mantenerse hasta pasados los 60 años.

Por lo que respecta a los estudios de la Universidad de Viena (1930) de los Bühler, sobre las distintas fases de la vida, incluyendo la edad adulta y la vejez, para cada etapa de la vida se investigaban los hechos y actividades más representativos, las experiencias internas de los sujetos, sus deseos, expectativas y actitudes y por último, las realizaciones y los logros más peculiares. La estancia de Charlotte Bühler en California ejerció una poderosa influencia sobre la investigación -demasiado empírica, puntual y parcial del momento- en temas como los estilos de vida, los modelos socio-dinámicos del envejecimiento, la personalidad y la adaptación y las relaciones entre edad y rendimiento; este último sería el tema sobre el que Lehaman (1953) iba a publicar su famosa y polémica obra “Age and achievement” en la que se analiza la edad en que para las distintas ciencias y artes se consiguen las aportaciones más señeras. Pero los distintos estudios transversales (sobre diferencias de edad en puntuaciones del test de inteligencia y aptitudes que se publican en USA y Europa, así como las normas del WAIS que Doppelt y Wallace (1955) publican para sujetos entre 50 y 69 años, a los que tanto partido se sacó para el diagnóstico del deterioro mental), a pesar de la endeblez metodológica y la diversidad de sujetos e instrumentos de medida utilizados, revelan las mismas tendencias:

  • pérdidas sistemáticas con el aumento de la edad de los sujetos, sea cual sea el nivel inicial de educación, sexo y procedencia,
  • deterioro diferencial en las funciones de los diversos test, manteniéndose o mejorando los aspectos verbales, mientras decrecen los perceptivos, espaciales y de razonamiento abstracto, en tanto que la media de las puntuaciones decrece linealmente con la edad de los grupos, la dispersión aumenta, con lo que se encuentran sujetos muy mayores que igualan o incluso superan a los más jóvenes Y A modo de resumen de esta primera fase podemos destacar que la metodología empleada en los estudios gerontológicos (la transversal) determina la preponderancia del modelo de disminución en la ciencia: la gerontología es geriatría, y, en consecuencia, disminución, y los estudios sobre la inteligencia ponen de manifiesto también dicho modelo. Los estudios de Hall y los Bühler tendrán que esperar a mejor época.

Fase de constitución. 

Pasado el lapsus de la II Guerra Mundial, los estudios y aplicaciones sobre la vejez crecen rápidamente y se institucionalizan, especialmente en USA. Ese desarrollo, en cierto modo vertiginoso, va acompañado de la constitución de una serie de órganos que permiten dotarla de una infraestructura potenciando su evolución y garantizando su continuidad. Así, en 1945, en el seno de la APA se inaugura la sección de Maturity and old age, que va a presidir Pressy. Centros importantes de investigación en esta época son los Washington y Bethesda (Anderson), la Escuela de Chicago (Havinghurst y Neugarten), la Universidad de Duke en Carolina del Norte (Buse) y el estudio de Kansas City; éste último dará pie a que Cumming y Henry (1961) formulen la teoría de la desvinculación. Palmer (1970, 1974), ligado a la Universidad de Duke publica títulos como “Normal Aging I” y “Normal Aging II”.

Pero quizás el libro que cierra esta etapa de constitución es el libro de Birren (1959) “Handbook of Aging and the individual” distribuido en cuatro grandes apartados: los fundamentos de la investigación sobre el envejecimiento, las bases biológicas, los escenarios ambientales y las funciones o procesos psicológicos.

Como resumen de esta segunda fase podemos resaltar la sustitución de la metodología transversal por la longitudinal; que el envejecimiento empieza a no ser considerado un proceso uniforme; que no todas las aptitudes inician su declive ni lo hacen al mismo ritmo y el interés por el envejecimiento normal.

H3: Fase de consolidación y desarrollo. 

Las instituciones creadas en la fase II permiten un fructífero intercambio de ideas y de técnicas entre disciplinas y entre países que posibilitan que la Psicología de la vejez adquiera reconocimiento académico y una aceptación por parte de la sociedad, cuyas acuciantes demandas (constante envejecimiento de la población, inmigración interna, concentración urbana, familia nuclear) ejercen presión sobre los poderes públicos en vistas a aportar medios económicos para su desarrollo.

De los estudios realizados en USA cabe destacar los del:

  • National Institute of Mental Health en Bethesda, dirigido por Birren, que toma como grupo experimental a ancianos “sanos “. Las funciones conductuales se ven afectadas sólo cuando las funciones biológicas resultan alteradas. Prescindiendo de una mayor lentitud, los rendimientos de los ancianos son similares a los del grupo de control de jóvenes (Birren et. al., 1963 y 1974),
  • Cornell Study of Occupational Retirement, en el que no se confirman muchos de los tópicos existentes sobre el retiro; no hay consecuencias negativas para la salud física o mental. La desvinculación es más bien diferencial (Scheider, 1971),
  • Baltimore Longitudinal Study of Aging (BALSA), iniciado en 1958 y dirigido por Shock, con voluntarios en buen estado de salud y que vivían independientemente; tiene un marcado carácter fisiológico, pero incluye una línea de trabajo que ofrece interesantes datos sobre la estabilidad de las estructuras y características de personalidad. De los estudios europeos longitudinales citamos los de:
  • Van Zonneveld (1954 a 1974) con una muestra de 3174 sujetos representativos de la población holandesa. Tres variables psicosociales: mantenerse trabajando, mostrar interés por los periódicos y puntuar alto en pruebas de memoria, resultan mejores predictores de longevidad que el conjunto de los numerosos indicadores fisiológicos utilizados (Van Zonneveld, 1981),
  • Gotemburgo (1974-1981), que con distintas muestras y distintos momentos de toma de datos no encuentran declive significativo, ni en inteligencia ni en memoria hasta la edad de 70 años (Berg, 1980),
  • La Universidad de Bonn desde 1964 (BOLSA.A) bajo la dirección de Thomae. Los datos confirman plenamente el impacto de la salud, el estatus social y la actividad sobre el funcionamiento cognitivo y sobre las formas de adaptación, así como el aumento de variabilidad interindividual en paralelo al aumento de edad. Mediante puntuaciones obtenidas en una prolongada observación y medidas de actividad, satisfacción, estrés vital percibido y competencia social, se determinan doce pautas de envejecimiento o estilos. Las pautas de afrontamiento a diferentes áreas: salud, familia, ingresos, vivienda, se mantiene constantes mientras que se altera su jerarquización. En todo momento se acentúa el papel de las representaciones cognitivas subjetivas de la situación y de los determinantes motivacionales de tales representaciones cognitivas. En cuanto al retiro, se encuentra una desvinculación transitoria, superada la cual se emprenden otras actividades. Para Forteza, las principales áreas de investigación en esta tercera fase son: la inteligencia; memoria, bienestar, satisfacción y conceptos análogos y factores ambientales.
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