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¿Qué hace el psicooncólogo?

1. Qué es la psicooncología

En la década de los ochenta del siglo XX se tomó interés los aspectos psicológicos y conductuales de las personas afectadas de cáncer. Esto impulsó el nacimiento de una subespecialidad en Oncología, referida al tratamiento psicológico. En Estados Unidos se adopta el término de Psicooncología, mientras que en Europa se prefiere el de Oncología Psicosocial.

Esta nueva subespecialidad tiene una vida aproximada de treinta años; en la actualidad sigue creciendo y desarrollándose de tal forma que ya no es posible la atención al enfermo de cáncer y sus familiares sin la intervención de un equipo multiprofesional que se haga cargo de los cuidados en todos los sentidos.

Inicialmente, se contaba con la experiencia clínica del cirujano, oncólogo y radioterapeuta. Ahora este plantel se incrementa con la participación y experiencia del equipo psicosocial: psiquiatría, psicólogo, trabajador social y enfermería. Contribuirán al manejo clínico del afectado, aportarán en la investigación, en el área educativa y de formación en psicooncología.

Podemos aproximarnos a una definición de la Psicooncología señalando que es una rama de la psicología que se encarga del estudio del comportamiento, pensamiento, actitudes y emociones que se despliegan para hacer frente al diagnostico de cáncer en las personas afectadas. Permite un análisis de la influencia del estilo de afrontamiento en el curso de la enfermedad, en la experiencia, en la vivencia.

La Psicooncología aporta recursos mentales e instrumentales a la hora de enfrentarse a cada momento del proceso terapéutico. En la consulta de psicooncología se integra el tratamiento médico con el psicológico, abordando todos los aspectos que puedan surgir a lo largo del curso de la enfermedad tanto para pacientes como para cuidadores y familiares.

Desde el comienzo, la psicooncología se determina en abarcar dos dimensiones psicológicas que incumben al paciente enfermo de cáncer.

La primera, se centra en la respuesta emocional de los pacientes, de sus familiares y de todos aquellos a los que les concierne el cuidado en las diferentes fases del tratamiento (psicosocial). La segunda dimensión hace referencia a los factores psicológicos, de conducta y de aspectos psicosociales que pudiesen influir en la morbilidad y mortalidad de los pacientes afectados de cáncer (psicobiológico).

2. Intervención del psicooncólogo

Los psicólogos en Oncología expanden su labor en cinco áreas distintas:

• La prevención,
• La evaluación clínica
• El tratamiento psicológico
• El personal sanitario

• La investigación
(Cruzado, 2010).

2.1. Prevención

Es muy importante pues nos permite realizar la divulgación de estilos de vida saludables y realizar psicoeducación para la salud. A través de la prevención normalizamos las preocupaciones y sus emociones correspondientes; invitamos a su exploración, combinándola con la evaluación, en la medida en que pueda precipitarse algún factor de riesgo.

2.2 Evaluación

En esta evaluación valoramos la adaptación a la enfermedad y la adherencia al tratamiento, la comprensión de la información, el estado emocional, la calidad de vida, el apoyo familiar y del núcleo social.

2.3 Tratamiento psicológico

En el proceso adaptativo el psicooncólogo va a intervenir en:

La ansiedad.

El lazo entre ansiedad, miedo y tristeza constituye una manifestación general ente el diagnóstico de cáncer o de recidiva. A lo largo de los tratamientos oncológicos, de los seguimientos e incluso de la historia de la vida posterior, cuando el enfermo está libre de enfermedad o curado, ansiedad y cáncer aparecen estrechamente vinculadas en casi todos los sujetos.

Los trastornos de ánimo

Es probable que al menos el 25% de los enfermos oncológicos hospitalizados cumplan los criterios para el diagnóstico de una depresión mayor, o de un trastorno de adaptación con el ánimo deprimido.

A pesar de la frecuencia con la que se producen trastornos del estado de ánimo en los enfermos con cáncer, los síntomas depresivos pueden pasar desapercibidos en esta población, y por tanto no reciben el tratamiento adecuado. se tiende a considerar que es “normal” estar deprimido cuando se padece una enfermedad de este orden, crónica y grave que amenaza la vida, y raro es el enfermo que no pasa por estados emocionales de tristeza, sentimientos de desesperanza o inutilidad, o alteraciones en el sueño, apetito o peso durante su travesía por la enfermedad. A menudo, es el propio enfermo el que se niega a reconocer sentimientos de tristeza, preguntándose si su reacción emocional es normal.

La angustia y la tristeza, tan frecuente en enfermos con cáncer, son el resultado de una interacción compleja de factores médicos, psicológicos y sociales.

Trastorno de estrés traumático (TEPT)

Vamos a encontrar dificultades para realizar un diagnóstico certero con los enfermos de cáncer y TEPT. Tenemos que considerar el hecho de que los pacientes necesitan de un cierto tiempo de adaptación de amenaza a la vida que conlleva el diagnostico de una enfermedad potencialmente mortal, porque entonces nos podemos encontrar que el porcentaje de pacientes que satisfará los requisitos para un diagnóstico de un TEPT se inflará falsamente.

Por ejemplo, pensemos hasta qué punto constituye un trastorno de estrés postraumático respuestas, en principio normales y adaptativas, mostradas por un sujeto que, tras ser diagnosticado de un cáncer de cabeza y cuello, presenta insomnio, pensamientos intrusivos donde re-experimenta el momento en que le fue comunicado el diagnóstico, irritabilidad, pesadillas sobre la muerte, evitación de la gente y pérdida de interés y motivación generales. Por ello, es crucial tener en cuenta la duración e intensidad de dichos síntomas, así como su contexto en la evaluación del trastorno.

El tratamiento psicológico se dirige al control de los estados de ánimo negativos y las salidas posibles de las dificultades que emergen, alcanzado finalmente a la intervención familiar, al afrontamiento y adherencia a los tratamientos. En el tratamiento también están incluidos los problemas relacionados con la sexualidad.

Además de los trastornos relacionados con la adaptación, la intervención del psicooncólogo va a estar determinado por los efectos psicológicos que se precipiten en los diferentes cánceres.

Así, en los tumores de cuello y cabeza el psicooncólogo se verá llamado a intervenir sobre las alteraciones en la imagen corporal y en el aspecto físico; La deformidad facial produce reacciones emocionales intensas debido al gran valor que tiene esta parte del cuerpo en las relaciones interpersonales y al significado simbólico de la cara.

La carga emocional invertida en la zona de la cabeza y del cuello es mayor que la de cualquier otra parte del cuerpo, debido a que la interacción social y la expresión emocional dependen, en un buen grado, de la integridad facial y especialmente de los ojos. La comunicación de afecto, y la cercanía al cónyuge, hijos y amigos depende en gran parte de la expresividad facial.

Las personas afectadas con tumores de cabeza y cuello tienen un riesgo superior de desarrollar trastornos depresivos mayores, aumentando la prevalencia en casos de enfermedad avanzada. Igualmente, la ansiedad puede hacerse presente por los cambios repentinos que se experimentan o de la distorsión que se autopercibe del yo (el cuerpo). También puede surgir del temor a la separación y al rechazo.

En el cáncer de mama se suscitan respuestas psicológicas específicas, que el psiconcólogo tendrá que atender, relacionadas generalmente con aspectos íntimos de la femineidad, sexualidad, maternidad y la imagen corporal, afectando a la identidad femenina de forma muy intensa y profunda.

Cuando el psicooncólogo se enfrenta con el paciente al cáncer de pulmón serán los síntomas respiratorios como la disnea los que precipitarán episodios de ansiedad y de pánico. Los pacientes que previamente a la enfermedad hayan tenido síntomas de ansiedad es altamente probable que los vuelvan a presentar desencadenados por la disnea. La disnea es uno de lo síntomas más refractarios al tratamiento, probablemente por ser multifactorial: fisiológico, afectivo y cognitivo.

Los aspectos psicológicos que se abordarán a partir de los carcinomas en el aparato digestivo serán los referidos al cáncer de esófago, de estómago, de colon-recto y de páncreas.

Es conocido la íntima relación existente entre las funciones fisiológicas y los aspectos emocionales o psicológicos en lo relativo a la digestión, nutrición, tránsito intestinal y eliminación. Una alteración en el ritmo intestinal provoca un malestar psicológico significativo, que puede llegar a alcanzar estados de depresión y/o de ansiedad.

La característica en el cáncer de esófago es la disfagia o sensación de atasco de los alimentos a la altura del esófago medio o epigastrio alto; es el síntoma más frecuente encontrado en los cánceres esofágicos. Las técnicas de psicoterapia como la autohipnosis y el apoyo emocional serán determinantes, en algunos casos, para mitigar o hacer más llevadero el dolor.

En las lesiones esofágicas, esófago de Barret y esofagitis grave, puede hacerse presente la angustia y miedo en aquel paciente a quien se informa de su enfermedad y que puede degenerar en la conversión en un cáncer. Por ello, la importancia de ofrecer un apoyo emocional adecuado, que disminuya los temores del paciente y le ayude a colaborar mejor con las prescripciones médicas.

Otro de los ámbitos en la atención del psicooncólogo en este tipo de carcinomas se desarrollará en el campo de la prevención primaria, promoviendo hábitos de vida saludables, que incluya una dieta sana y variada, lucha contra el tabaquismo y el consumo de alcohol.

Entre las aportaciones del quehacer psicooncológico en el cáncer gástrico se ubican los pacientes con pólipos y cirugía gástrica previa ya que son potencialmente malignizables y deberán someterse a las recomendaciones que le señalen los médicos. Esta situación genera estados de ansiedad e intensos temores hipocondriacos que se atenuarán con una clara información y un soporte emocional adecuado.

La Psicooncología tiene mucho que aportar respecto del cáncer de colon-recto en cuanto al campo de la prevención y la detección precoz del cáncer de colon. En los casos de poliposis familiar y cáncer colo-rectal hereditario aparecen en los familiares temores lógicos a desarrollar la enfermedad. En los pacientes suelen existir fuertes sentimientos de culpa por el riesgo de transmisión a los descendientes. La cirugía profiláctica a la que serán sometidos genera ansiedades potentes en torno al tema de la mutilación física y sus consecuencias.

La probabilidad de desarrollar la enfermedad es alta, los pacientes requieren una atención psicológica específica para un adecuado manejo de la ansiedad que articula esta circunstancia.

Ante la posible realización de una ostomía, el paciente se enfrenta a una doble preocupación que precipita ansiedad, miedo e incertidumbre; por un lado, los temores relativos a la enfermedad cancerosa y, por el otro, los interrogantes que aparecen sobre su nueva vida tras el cambio anatómico, a partir de la intervención.

Por último, señalamos la intervención psicooncologica ante el cáncer de páncreas. El síntoma principal es el dolor. Forma parte de la cultura médica general el conocimiento de la estrecha relación existente entre carcinoma pancreático y sintomatología depresiva. Según los datos que se publican en la literatura científica al uso, aproximadamente en el ochenta por ciento de los pacientes afectados por un carcinoma pancreático aparece, de forma evidente, sintomatología depresiva, ansiosa o mixta

2.4 Personal sanitario

Otra de las funciones es respecto al personal sanitario; será importante que los profesionales sanitarios elaboren los sentimientos y emociones que les atañen cuando realizan intervenciones con los pacientes oncológicos; nuestra intervención psicooncológica con ellos se centrará en ocasiones por la formación y, en otros momentos será preciso la intervención individual o la formación de grupos operativos.

2.5. Investigación

Por último, es importante dar un espacio a la investigación respecto de los factores psicológicos implicados en el cáncer; sobre la eficacia de la evaluación y acerca de los tratamientos psicológicos.

3.La formación en Psicooncología

A finales de los años setenta se incrementó el interés y el trabajo por la Psicooncología en todos los países del mundo. Los países impulsores fueron Estados Unidos y Suecia. Posteriormente, le siguieron Reino Unido y Dinamarca. A este esfuerzo se sumaron Japón, España, Turquía y Portugal.

En África se realizaron Congresos en la década de los años noventa (Sociedad panafricana de Psicooncología). En la India se desarrolló gracias a la intervención de dos asociaciones que promovieron la divulgación de la especialidad de Psicooncología.

En cada país, emergieron asociaciones que generan una nutriente red de profesionales que a su vez crearon una demanda de las actividades formativas en esta área.

Uno de los handicaps que arrastra esta especialidad son los programas de formación a nivel global. La Sociedad internacional de Psicooncología auspicia programas de formación; es de destacar los programas de Holland y Die Trill que adaptan currículos según las necesidades de diferentes culturas.

A nivel europeo señalamos los programas llevados a cabo por Razavi y Ratzak, en Bélgica y Alemania respectivamente. En Inglaterra, de las necesidades formativas se encargan Fallowfield y Maguire, y en Estados Unidos destaca Biale; todos ellos son pioneros en el campo y se asocian a la formación universitaria. Es habitual en las grandes metrópolis que los hospitales con unidades de psicooncología y cuidados paliativos se encarguen de la formación al personal sanitario en el área de salud mental.

En España para estudiar psicooncología fueron pioneros la Asociación AECC y Die Trill. La AECC y la Asociación Española de Cuidados Paliativos apoyan y auspician la formación en Psicooncología y en los Cuidados paliativos.

La primera unidad que se creó fue en el Hospital Gregorio Marañón, dirigida por la Dra. Die Trill; su homologo en Barcelona fue auspiciada por el Dr. Gil.

En la actualidad el Colegio Oficial de Psicólogos oferta la Acreditación Nacional de Psicólogo Experto en Psicooncología y/o Psicología en Cuidados Paliativos. Los requisitos para obtener la acreditación son:
• Tener la licenciatura o grado en psicología
• Tener la habilitación como Psicólogo/a Sanitario/a por una de las vías en vigor
• Estar colegiado/a en un Colegio Oficial de Psicólogos del estado español y estar al corriente de pago de la cuota colegial
• No estar inhabilitado/a o suspendido/a para el ejercicio de la profesión.

De la misma forma, muchas instituciones, entre ellas Isfap, ligadas tanto a la práctica de la Psicooncología como a la de los Cuidados Paliativos se han preocupado de realizar programas de formación para aquellos que están próximos a los departamentos de Oncología (abordaje psicosocial) como para aquellos que desean iniciar o acercarse al desarrollo profesional en este ámbito.

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