Índice
1. Introducción
Siempre ha sido de su interés para el hombre la enfermedad mental. En dependencia de la época así han sido los tratamientos sobre ellos. Por ejemplo, en la edad Media y en el Renacimiento los tratamientos eran rituales y exorcismos, o brebajes de alquimia.
A partir del siglo XVII y XVIII, los tratamientos empezaron a independizarse de las ideas mágicas, centrándose en el concepto orgánico y morales de las enfermedades mentales; aparecieron, pues, tratamientos con sedantes y narcóticos para las personas agitadas. Así se utilizaron sustancias como el estramonio, el beleño, valeriana y la belladona.
En el siglo XIX emergieron figuras significativas en el campo de la Psiquiatría, como Kraepelin y Bleuler. Emil Kraepelin (“Lehrbuch” (1883) que en su traducción viene a decir Manual de Psiquiatría) redefinió la psiquiatría. Se interesó en realizar una clasificación exacta sobre los trastornos mentales, enfatizando el componente orgánico de cada una de ellas.
Para Kraepelin El trastorno mental se precipita como algo que no funciona, a la manera del ruido que hace el cuerpo ante un problema; Kraepelin desestimó el relato, el discurso del sufriente o, si se quiere, la singularidad del sujeto. Para él no representaban elementos relevantes para el análisis, en todo caso eran tomados por él como un obstáculo. Kraepelin desestimará los elementos subjetivos y aspectos emocionales en los discursos.
Observaba los síntomas y, a partir de ellos, establecía un diagnóstico. El sustento de su gnoseología son los síntomas presentes al momento de ver y conversar con el paciente, clasificando y ubicando un grupo de síntomas en un diagnóstico. Utilizó tratamientos con sustancias como el bromuro, trional, alcohol y la cafeína.
En el siglo XX, en el campo de la Psiquiatría se precipitaron tratamientos para los pacientes con baños de agua caliente hasta de 43 grados centígrados; fueron descartados rápidamente por la no evidencia de su eficacia. Se sumaron otro tipo de procedimientos como el conocido “electroshock” usado fundamentalmente en esquizofrénicos y melancólicos.
Ya, en la segunda mitad del siglo XX los psicofármacos comenzaron a ganar terreno, generalizándose como tratamiento terapéutico ante la población sufriente: antipsicóticos, antidepresivos, sales de litio y ansiolíticos.
Y la psicología y el concepto de psicoterapia emergieron desde el inicio del siglo XX. El responsable de ello fue S. Freud, el cual conceptualizó y dio forma a la psicoterapia psicológica. Hay que tener en cuenta de que los antecedentes de Freud fueron psiquiatras como Kraepelin, Bleuler y Krafft-Ebing, además de la propia formación médica del propio Freud. También a principios del XX surgió la Gestalt bajo los nombres de Wherheimer, Kholer, Kurt Lewin, Koffka.
Igualmente, se precipitaron la psicología y la terapia terapias conductistas (Watson, apoyándose en Paulov), para ser retomado en los años cincuenta por Skinner, con su condicionamiento clásico y operante. La teoría sistémica ha sido la última de las grandes en incorporarse como método terapéutico.
2. Trastorno mental
La psiquiatría y la psicología realizan un tratamiento del trastorno mental radicalmente opuesto.
En psiquiatría es importante saber qué es un trastorno mental en la medida en que da opciones de ubicar el malestar y el padecimiento del paciente en una categoría con el fin de alcanzar un diagnóstico. Y de éste, al tratamiento.
Según la R.A.E. el trastorno mental significaría: “Perturbación de las funciones psíquicas y del comportamiento”.
La Organización Mundial de la Salud establecerá que el trastorno mental sería básicamente una perturbación: Un trastorno mental o del comportamiento se caracteriza por una perturbación de la actividad intelectual, el estado de ánimo o el comportamiento que no se ajusta a las creencias y las normas culturales. En la mayoría de los casos, los síntomas van acompañados de angustia e interferencia con las funciones personales” (OMS, 2006).
Para la APA (American Psychiatric Association) en el DSM-5 (Manual diagnóstico estadístico de los trastornos mentales) el trastorno mental es: (…)” un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento de un individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental. Habitualmente los trastornos mentales van asociados a un estrés significativo o a discapacidad, ya sea social, laboral o de otras actividades importantes”.
De alguna manera, si las resumimos podríamos entender que el trastorno mental es una alteración o perturbación de las áreas cognitivas, emocional o del comportamiento del individuo, quedando comprometidos el desempeño individual, social y laboral.
Señalar que tanto la APA como los manuales diagnósticos son herederos directos de la Psiquiatría, donde siempre queda soterrado las causas que originan los malestares en las personas, o en el mejor de los casos son ambiguas (porque son remitidas a lo orgánico) y sin determinar claramente.
En cambio, para la psicología, en general, el discurso, el relato del paciente, su malestar, es importante para determinar las causas que lo han llevado hasta ese momento subjetivo de malestar psíquico, con la importancia puesta en el síntoma, constituyendo lo más propio e íntimo del sujeto.
3. Trastorno mental y síntomas
La psiquiatría considera al trastorno mental como un síndrome de manifestaciones comportamentales de un estado patológico; estas manifestaciones le deben su origen a la disfunción de procesos psicológicos o biológicos. Esta orientación parte de que el trastorno es una representación de algo que es anormal en la vida del paciente, que representa un sufrimiento con base patológica-orgánica, para concluir que tiene que ser erradicado y, por tanto, desterrado del cuerpo del paciente.
En resumen, el trastorno es tomado como una disfunción, cuyo origen es orgánico. El trastorno será visto como una perturbación que tendrá efectos químicos en el cerebro siendo el artífice de un cambio de comportamiento del paciente. Esta orientación está bajo la influencia de las ciencias naturales y la medicina.
La psiquiatría trata de manera general al trastorno; los DSM son un compendio creado por la herencia de los Psiquiatras más reconocidos del siglo XX, reúne “todos” los trastornos mentales que un paciente pudiera tener; con esta lista de trastornos el psiquiatra coloca al paciente en uno de ellos, silenciándose la subjetividad, aportando un tratamiento similar al de otros pacientes.
En cambio, la Psicología va a ocuparse de los síntomas porque en ellos se deposita un malestar que se manifiesta repetidamente en el sujeto, convirtiéndose en un sufrimiento que obstaculiza la vida del sufriente; de alguna forma, el síntoma es, a la vez, una invención y una solución singular que el sujeto ha creado.
Para la psicología, sobre todo la orientada psicodinámicamente, el estudio del síntoma es un asunto singular; nos introduce en el caso a caso ya que no es posible encontrar síntomas iguales en todos los sujetos. La Psicología, sobre todo aquellas orientaciones no pegadas a la Psiquiatría y a los Manuales, no trabajará con una universalidad, sino que privilegiará la exclusividad del síntoma porque será la vía de manifestación del sujeto que sufre. Esto establece los polos opuestos en los que se ubican la psicología y la psiquiatría, entre el trastorno y el síntoma singular.