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Modelos de intervención con familias

I. Introducción

La terapia familiar no es patrimonio de ningún modelo. Cada modelo ha implementado y ampliado los instrumentos técnicos en su dirección de auxiliar a las familias. Vamos a centrar esta aportación bajo la mirada del psicoanálisis y de la orientación sistémica, siendo las dos principales escuelas que han aportado la teoría y la práctica para el auxilio psicológico alrededor del entorno familiar. Tengamos en cuenta que ambas se aproximan en algunos momentos e incluso ambas toman elementos de la otra teoría para apoyarse en la propia. Así, la comunicación y los aspectos relacionales de la familia como sistema son fundamentales y comunes a ambos tipos de intervención.

II. Primeros andamiajes de la terapia familiar desde la teoría psicoanalítica. Sullivan y el enfoque culturalista.

A partir del legado freudiano, hay muchos autores que han desarrollado las lecturas relacionales dentro del propio psicoanálisis y que utilizando este enfoque han permitido un enriquecimiento mutuo de ambos paradigmas. Señalemos que el acercamiento a una terapia familiar ha sido llevado a cabo desde el psicoanálisis por la orientación dedicada a las relaciones objetales.

En el abordaje de la terapia familiar desde el enfoque psicodinámico no podemos dejar de señalar a Sullivan y su sistema de psiquiatría interpersonal en la medida en que han sustentado enfoques nucleares de la terapia familiar. Si bien hay que aclarar que Sullivan no fue un terapeuta familiar, de sus aportaciones clínicas y teóricas se desprenden aplicaciones al terreno familiar.

Indiquemos algunas palabras a la figura de Sullivan. Psicoanalista americano se dispuso en un eje que se oponía a la ortodoxia freudiana, conformando la trama culturalista del neopsicoanálisis. Toda su obra se encuentra enmarcada en cuatro volúmenes que agrupan los cursos que llevó a cabo Sullivan en torno a unidades temáticas. Son Estudios clínicos de psiquiatría. La Entrevista psiquiátrica, Concepciones de psiquiatría moderna y la teoría interpersonal de la psiquiatría.

A Sullivan se le asocia con los que habrían de ser reconocidos en la historia del psicoanálisis como exponentes del culturalismo, esto es, a autores como K. Horney, E. Fromm, o Thompson; por supuesto, Sullivan está incluido en esta agrupación. Dentro de la estructura del neopsicoanálisis americano, Sullivan es un investigador empírico que se ha comprometido con la elucidación y resolución de los trastornos mentales y también el más esperanzado en su visión de la eficacia de la cultura respecto a la salud y el bienestar para los sujetos.

Los elementos comunes a las teorías culturalistas las podemos reseñar de la siguiente forma:

  • Énfasis en lo social y cultural como una fuente más determinante e influencia sobre la conducta humana respecto al sistema pulsional.
  • La importancia de la comunicación humana en la gestación y evolución de la personalidad sana o enferma.
  • La potencia de la parte social frente a la parte biológica del ser humano; conlleva a denostar el papel de la libido y de la pulsión de muerte auspiciadas por Freud.
  • El valor modelador y reparador del ambiente y de los otros en el proceso terapéutico, en confrontación a la elaboración y reorganización intrapsíquica desarrolladas por la técnica psicoanalítica al uso.

El sistema que se propone desde esta fuente culturalista es abierto e integrador, conjugando el pensamiento freudiano, el de Mead (conductismo social), Dewey (funcionalista experimental), Benedict (antropología transcultural), Lewin (teoría topológica en psicología), Meyer (contextualización del trastorno mental) y White (sentido e intencionalidad de la conducta humana). Todos ellos han enfatizado la importancia de la comunicación humana en el campo de la interacción y de la evolución personal.

Para Sullivan, la neurosis es producto del proceso de personificación vivido por el sujeto y este depende estrechamente de la aculturación, esto es, de la involucración del ser humano en su medio social desde su nacimiento. Sullivan conforma al hombre como una unidad de integraciones psicosomáticas y sociales.

El campo de la Psiquiatría es el campo de la interacción humana, esto es, de la comunicación. Algo que resume como Sullivan entiende la Psiquiatría interpersonal son los siguientes elementos:

  • Gran parte del desorden mental es el resultado de la comunicación inadecuada y es perpetuado por ella al verse obstaculizado por la ansiedad los procesos de comunicación.
  • Cada persona, en cualquier relación con otra, está comprometida como una porción de un campo interpersonal, más que como entidad separada, en procesos que afectan y son afectados por el campo.

Por ello, concluye que el campo de la Psiquiatría es el estudio de los procesos que se desarrollan entre la gente y que la comprenden. Así, el terreno de la psiquiatría es el de las relaciones interpersonales, en todas y cada una de las circunstancias en que esas relaciones se dan.

III. Trastorno mental y dinámica familiar

Para Sullivan el trastorno mental es producto de la perturbación de las relaciones interpersonales en las que el niño se relaciona desde su nacimiento. En un ser defensivo y desadaptativo a la vez, ya que su dirección es evitar la angustia, pero a cambio de restringir el campo de su conciencia de lo que ocurre.

El desorden o trastorno mental obedece a la puesta en acción de patrones de relación interpersonal inadecuados, aprendidos en relación con las figuras significativas del entorno, especialmente con la madre. La madre resulta ser la que transmite originariamente la ansiedad, la inseguridad y desaprobación a través de la empatía; también la madre vincula la desaprobación o restricciones impuestas por la cultura a aquellos que se inscriben en ella. Por ello, el lugar de la madre es relevante para Sullivan en la génesis del trastorno mental.

En esta génesis del trastorno mental, Sullivan, curiosamente, coincide con Klein (opuesta a los preceptos culturalistas), aunque discrepa en cuanto al término de la angustia que se precipita como protección del trastorno mental siendo inducido por la madre, mientras que para Klein formula la angustia como resultado de la culpa.

La madre es fundamental en la formación sana o patológica del infans. Para Sullivan es el útero afectivo y social, en cuya relación el niño culmina su desarrollo embrionario.

De ello se desprende la intervención de los padres en la formación del yo. Ellos movilizan y conforman los dinamismos básicos, los moldes estables de la personalidad y del sistema del yo del niño. Estos moldes se sustentarán de forma inamovible y de forma inevitable pese a la influencia de otras instancias, de otras personas que puedan ejercer influencia y eficacia en los niños.

IV. Conceptos fundamentales en la terapia familiar. Las relaciones objetales

Como indicamos anteriormente, la parte psicoanalítica dedicada a las relaciones objetales ha sido históricamente quien ha postulado las nociones teóricas y prácticas para la formalización de la terapia familiar.

Klein propone el término posición con el fin de describir un tipo de relación de objeto en la que se precipitan un tipo de ansiedades específicas y mecanismos de defensa esgrimidos por parte del yo para defenderse de estas ansiedades. Tal como indican Klein y Rosenfeld, desde los primeros días de vida el niño se enfrenta a la cuestión de intentar equilibrar la información (estimulación) que le llega desde el exterior con aquella interior proveniente del interior de su cuerpo. El problema es que no sabe cómo organizar estas experiencias, ya que no dispone de un Yo suficientemente elaborado para que tenga la capacidad de darle un sentido, y por tanto convoca al infante a una ansiedad confusional.

Desde estos primeros días de la vida del bebé hasta los seis primeros meses se desarrolla la posición esquizoparanoide; esquizo, división y paranoide, persecución en la que para protegerse divide la realidad en bueno y malo, convirtiéndose lo malo en perseguidor y lo bueno en acogedor, contenedor y satisfactorio. Klein utiliza los términos pecho bueno y malo, en función de si es gratificante (bueno) o frustrante; en esta situación pasaría a ser odiado.

En este sentido, la madre para el niño es una madre que a veces le gratifica y a veces le frustra. Parece que todo está claro gracias a esta división; en cambio, el problema se precipita cuando la persona que tenemos delante es buena y también es mala cuando frustra. Estamos odiando a alguien que en otros momentos sí es bueno con nosotros. Es así cuando se precipita la ansiedad depresiva y la culpa; nos sentimos culpables por dañar a alguien que también es bueno. La posición depresiva se precipita hacia el sexto mes de la vida del niño que es cuando el niño empieza a integrar la experiencia.

Mediante la construcción de representaciones de los objetos (imagos) y de sí mismo, el ser humano desarrolla un modelo internalizado de relaciones humanas. De esta forma, nos permite hablar de familia interna cuando hacemos referencia a las relaciones que mantienen las representaciones que se ubican en nuestro mundo interno de los familiares. Al respecto, Klein hacía referencia a los ciudadanos del mundo interno. El proceso que se sigue es que primero nos aclaramos en nuestro mundo interno de quien somos y quienes son nuestros padres y que posteriormente facilitará la posibilidad de separarnos de ellos.

Al trabajar mediante este modelo con familias nos permite contrastar los objetos reales con los internalizados con la posibilidad de alcanzar un equilibrio a dos niveles, externo e interno, que aporte posibilidad de abordar las expectativas frustradas, los conflictos y comenzar un proceso de curación entre ambos niveles. De esta forma, les ayudamos a diferenciar al otro de la imagen que tenemos de él, y a diferenciar al sujeto del objeto; en última instancia, será la diferenciación que dará lugar a la autonomía.

Así, en ciertos desarrollos familiares podremos observar estos modos de funcionamiento como dinámica del grupo: familias donde el exterior es vivido como malo, sin responsabilizarse de sus actos, o también se dan familias que introyectan y la culpa se deposita en todas las relaciones que tienen. Por tanto, el concepto de posición nos ayuda a entender la división del mundo, cómo perciben la realidad e iniciar intervenciones de este lugar de conocimiento.

Además de la escisión, la proyección y la introyección, existen otros mecanismos de defensa primitivos que al ponerse en juego tienen un valor añadido en estas estadías de desarrollo. Nos referimos a la idealización, a la negación, a las identificaciones proyectivas e introyectivas.

V. La comunicación

En la relación dual (madre e hijo, o aquel que realice dichas funciones) un aspecto fundamental es la comunicación que se produce en los estadios primitivos. Bion propuso un modelo de comunicación que se da entre el infans y la madre, sustentándolo en los conceptos de identificación proyectiva e introyectiva.

Si el niño comienza a sentir sensaciones displacenteras, está intranquilo, sufre, tiene un dolor, entonces transmite este sufrimiento a aquel que se hace cargo de él. Bion, plantea un nivel emocional cuando el niño está sufriendo y envía un mensaje de que está sufriendo mucho, que no puede hacer nada y es una forma de demandar si esa persona que está a su cargo puede ayudarle al respecto en algo; en definitiva, el niño invade al otro con su dolor, al adulto le llega toda la angustia que está teniendo el bebé. Para Bion este sufrimiento que el niño vive es aniquilante, le desestructura, el Yo que es frágil se quiebra al no poder elaborar, metabolizar, la experiencia e irrumpe una experiencia de muerte.

Cuando aparece la madre, el niño le deposita mediante la identificación proyectiva (Klein) esta parte que está tensionada por el dolor mortal, un terror que según indica Bion no tienen nombre; al recoger la madre esta parte del niño que percibe la angustia de muerte, con su capacidad de digerirlo (revèrie, ensoñación) le devuelve al niño tranquilidad, calma al bebé. Así, la madre tiene la capacidad de transmitir una sensación de calidez, de apoyo y de cuidado. Para Bion, la madre hace de continente; el niño le ha empapado de contenidos desagradables, y la madre recoge y se hace cargo de ese sufrimiento, transformándolo en calma, en apaciguamiento. Es entonces cuando el bebé introyecta el dolor apaciguado donde también emerge una madre que con su continencia fortalece al Yo del hijo. Este sería el guion más primitivo de comunicación para Bion.

Un concepto crucial en el desarrollo evolutivo es que tanto la psique del ser humano como las emociones se van modulando, armándose a través de las relaciones con el otro; en la medida en que el niño inicia relaciones con otro, aprehende un vínculo que le permite estructurar su mente. Así, los psicoanalistas de las relaciones de objeto postulan que lo intrapsíquico, la personalidad, se construye a partir de la interacción.

Haciendo una transpolación a la terapia, diremos que vamos a recibir personas que están sufriendo, que no entienden lo que le sucede, que ciertamente les desbordan los síntomas y donde solo saben de ello el displacer que sienten. Toda esa angustia les invade, con la propiedad de que cada vez se siente más acorralados y ahogados por ella. Lo que nos va a llegar a nosotros como terapeutas ya sea en el formato de una entrevista individual o en la familiar será angustia y sufrimiento. Y si no nos ponemos detrás de un muro, cuestión que no conviene, lo que vamos a hacer es sufrir al escuchar a esa persona o grupo de personas. De esta forma colegimos que si queremos ir más allá de eliminar un síntoma, ya sea con un método conductual o incluso ayudados por la farmacología, debemos de ser continente del otro; de la misma forma, al recibir y aceptar el sufrimiento del otro, le devolveremos tranquilidad y sosiego, al menos respecto de la angustia.

VI. Terapia familiar desde el ordenamiento de la Psicología dinámica

Indicaremos algunos presupuestos teóricos desde esta perspectiva:

La psicoterapia familiar consiste en atender a la familia de forma conjunta.

Aquella está pensada como un sistema, al igual que lo organiza la teoría sistémica, cuyo intento es conservar su equilibrio con unas reglas propias de funcionamiento y efectivamente con una novela propia. La familia se toma como unidad de interacción.

La identidad del adulto se forma a través de la internalización de las relaciones familiares. Como ya hemos indicado anteriormente, la introyección y la identificación serán los mecanismos más primarios y potentes en cuanto a su intervención en el andamiaje de la personalidad y el sistema familiar. Según sea el tipo de relaciones familiares sus miembros establecerán diversos estilos relacionales.

El sistema individual está incluido en el sistema familiar; mutuamente se interrelacionan e influyen. El sistema es un conjunto de objetos, junto con las relaciones de esos objetos y entre las propiedades de esos objetos. Las partes componentes del sistema son los objetos, cuyas interrelaciones la cohesionan.

El aparato psíquico individual se sitúa en el conflicto, mientras que la familia se apoya en un aparato psíquico global.

De esta forma a la familia le permite un cierto manejo de la realidad y conseguir estabilidad y equilibrio (homeostasis). En la familia se articulan aspectos yoicos, elloicos (expresión de afectos, expresión grupal) y superyoicos (ética y exigencias transgeneracionales).

Bion, Foulkes, Pichon-Rivière, García de la Hoz, Ávila, Kaës (transgeneracional) no hacen otra cosa que aplicar la teoría psicoanalítica de grupos a la familia como un grupo específico; ya lo indicaba el mismo Freud que lo individual y social es al mismo tiempo grupal.

Los conflictos en la familia surgirán cuando previamente existan relaciones objetales patológicas en la medida en que exilian la posibilidad de una comunicación directa y transparente; así, los fantasmas pueden favorecer los movimientos proyectivos dificultando que la relación sea real.

La patología no hace mella solo en un paciente concreto; este hace de representante, está inscrito, en un sistema familiar que presenta disfunciones. El sistema familiar puede proyectar en el paciente concreto muchos conflictos. Por la tanto, se deriva que la lectura que hagamos de la psicopatología será más en relación a la interacción entre las partes que intrapsíquica, sin dejar a un lado la importancia del sistema individual y de los procesos afectivos y cognitivos que confluyen.

Cuando intervenimos con un paciente concreto se precipita en nosotros la idea de que se ha detenido el proceso de crecimiento y de individuación-separación. Si a la vez tenemos la oportunidad de observar la interacción de los miembros de la familia y el diálogo de cada uno consigo mismo (aspecto intrapsíquico) podremos comprobar que no es posible separar el yo del paciente del mundo relacional del mismo; es lo equivalente a indicar que una realidad psíquica externa posteriormente se internaliza y se instaura como interna, influyéndose mutuamente. En este sentido, la pragmática de la comunicación humana es muy determinante en la visión dinámica de la familia, de tal forma que el síntoma se convertirá, en muchas ocasiones, en una oportunidad para el cambio del sistema familiar.

Los síntomas cambiarán en función del contexto de relación que los mantiene.

Así, el síntoma es una metáfora de las relaciones intrafamiliares y con otros sistemas que le rodean. El síntoma responde de los conflictos intrapsíquicos en connivencia con lo relacional.

El síntoma y las formaciones sustitutivas se convierten en metáforas del funcionamiento familiar. La sustitución de síntomas en un miembro del núcleo familiar cuando este está cumpliendo una función homeostática puede conllevar a que en otros miembros se formalicen otros síntomas. Esto es lo que se denomina, patología entrelazada, que supone que al significado individual del síntoma hemos de darle el adicional de la funcionalidad en el sistema familiar.

Diagnóstico de las capacidades del sistema familiar.

Para realizar intervenciones psicológicas desde el ordenamiento dinámico conviene que a las familias a las que nos dirigimos y que pueden beneficiarse de tal instrumentación tengan a su disposición:

  • Un nivel adecuado de interacciones entre los miembros del sistema familiar y la presencia de relaciones significativas entre los mismos y al mismo tiempo que la mayoría de los miembros hayan tenido relaciones significativas con sus familias de origen. Las relaciones significativas hacen mención a la puesta en juego de límites, expresión de afectos, cercanía y repartición de roles en las familiar
  • Disponer de capacidad para vivir y tolerar la ansiedad, la culpa y la depresión.

Por tanto, aquellas familias que se ubiquen en un lugar limítrofe psíquico, o que se ubiquen en disfunciones graves, no tendrán un acceso a este modo de psicoterapia en la medida de que se ausentan diversas cualidades que son precisas para la realización de un trabajo intenso, aunque sea de tiempo limitado, sobre algún foco de interés.

Aquello que lo impide es que en su núcleo existen disfunciones estructurales estructuradas de largo plazo. Son familias que entre alguno de sus miembros puede existir trastornos de corte psicótico. Distanciamiento, ausencia de motivación para el cambio, límites difusos y una comunicación no transparente.

Manejo transferencial y contratransferencial para construir interpretaciones en la terapia familiar.

Es preciso diferenciar la transferencia transfamiliar y la intrafamiliar.

Los terapeutas son integrados en el sistema familiar formando un inconsciente colectivo que tiene la eficacia de producción de sentimientos cruzados de gran eficacia para el cambio. Conviene que el terapeuta disponga de la habilidad, o que se ponga en juego, de forma activa, que utilice la interpretación y la confrontación como parte del desafío que despliegan las defensas del sistema de la familia.

La transferencia intrafamiliar tiene más relevancia que la transfamiliar en la medida en que el número de intercambios aumenta en el trabajo dinámico con familias. Es importante no entrar en el análisis de la transferencia directa sino, realizar el manejo de las transferencias intrafamiliares, prestando interés a las transferencias colaterales de los intervinientes familiares con otros personajes exteriores.

Detectar los mecanismos de defensa/adaptación de la familia para evaluar las posibilidades de cambio.

Anteriormente indicamos que cuando los mecanismos de defensa utilizados por la familia son tan primitivos como los psicóticos, la terapia psicodinámica no es la más conveniente ya que no disponen de cierto margen para poder elaborar lo que se va a movilizar psíquicamente.

En cambio, la utilización de mecanismos neuróticos, de defensa/adaptación, y mecanismos de superación nos indica un nivel adecuado para su inscripción en una terapia psicodinámica. Es importante conseguir como objetivo importante la cooperación familiar. Por ello, la detección de las defensas conlleva implementar un juego como el sistema familiar cuyo fin por parte del terapeuta no es interpretar las resistencias sino tomar las defensas como formas relacionales de la propia familia.

La defensa es en todo momento transpersonal con capacidad de emitir un mensaje a los otros, a sus interlocutores. En la terapia familiar, el equipo terapéutico conviene que detecte estos mensajes para que le permita un tipo concreto de tratamiento con el fin de desplegar estrategias adaptadas al estilo de la familia.

Utilización de la comunicación analógica para el conocimiento del inconsciente familiar.

El trabajo terapéutico con el cuerpo y el espacio de los miembros de la familia facilita la estructuración funcional de las defensas. Rescatamos a W. Reich en sus postulados de la importancia del uso de la comunicación no verbal en la psicoterapia. Así, derivado de Reich, podemos indicar que la interacción real del sujeto con la familia va a configurar los aspectos concretos del carácter.

Así, desde el enfoque de la psicoterapia psicoanalítica se tiene en cuenta la importancia de la evitación de las racionalizaciones del uso del inconsciente. Por ejemplo, las técnicas de la hipnosis, las metáforas y las dramatizaciones favorecen el trabajo con contenidos inconscientes eludiendo los bloqueos y las resistencias.

Toda la comunicación analógica tiene aspectos de contenido, pero debemos de enfocarla a la relación. El objeto de la relación permite trabajar en el aquí y ahora de las sesiones sobre aspectos factibles de modificación de las interacciones que suelen precipitarse con claridad mediante los elementos no verbales de la comunicación.

Objeto del terapeuta familiar de devolver al núcleo familiar su capacidad de contención.

El insight se pone en el centro en la tarea con cada miembro familiar; es importante la reconstrucción histórica del conflicto, dedicando interés a la redefinición del terapeuta, la visión positiva que aporta el sufrimiento y los intentos de solución que aportan experiencia sobre las propias emociones.

Así, el cambio en la personalidad de los intervinientes en el núcleo familiar conlleva un proceso continuo de individuación. La regresión en las sesiones debe de ser controlada en la medida en que pueda ser manejada y útil para el cambio; se favorecen los movimientos regresivos utilizándolos colateralmente, de la misma forma que la interpretación de la transferencia se hace también en sentido colateral con todos los miembros del sistema.

Las reglas básicas en la terapia psicoanalítica familiar se sustentan en los factores curativos del psicoanálisis clásico: Interpretación, elaboración, transferencia, regresión, asociación libre, abstinencia. Con la matización en que dichos factores y leyes serán tomados desde una óptica particular que lo hará diferente, sobre todo teniendo en cuenta el contexto donde se va a producir; por tanto, más cercano a la dinámica grupal que al análisis individual clásico al uso.

Utilización de técnicas sistémicas para completar las técnicas de psicoterapia psicoanalítica

Entre ellas, indicamos la connotación positiva, el desequilibrio, la restructuración, la intensidad, la coparticipación, la prescripción paradójica, y las preguntas reflexivas y circulares que completan a la interpretación psicodinámica.

Destacamos también el uso de técnicas psicodramáticas; referenciamos la escultura familiar en tanto ayuda al diálogo y como facilitadora para la descripción no racionalizadora de los conflictos en el entorno familiar.

Tiempo y duración de las sesiones.

No es conveniente limitar un tiempo estricto. La limitación en la psicoterapia psicodinámica breve se precipitó como recurso para solucionar la disimetría entre las demandas de los pacientes y la disponibilidad de los terapeutas, alcanzando a tomar, con el tiempo, como una distinción en esta modalidad terapéutica.

Parece que se generaliza la opinión de que la limitación del tiempo tiene un impacto sugestivo que tiene la capacidad de crear expectativas positivas en el paciente (véase las sesiones breves de Lacan) y también en el terapeuta.

El número de sesiones puede ir desde una hasta setenta, siempre en función de los focos que se seleccionen para abordar; es frecuente que en esta modalidad puedan formalizarse entre 10 y 60 sesiones. Con las familias, la frecuencia de las sesiones suele establecerse cada 15 días, a diferencia del tratamiento individual que suele darse semanalmente.

En terapia familiar, las sesiones suelen grabarse en video, se trabaja mediante la fórmula de la co-terapia.

VII. La terapia familiar y la perspectiva sistémica

Una de las principales corrientes al tipo de intervención con familias es la corriente sistémica. La familia es tomada como un sistema, en definitiva, un conjunto de elementos cuya adición precipita un resultado mayor a la simple suma de cada una de las partes; su interacción hace emerger nuevos elementos, propiedades y características.

Para esta orientación, el comportamiento y estado de uno de los intervinientes de la familia no puede articularse separadamente del sistema, así que influye el sistema en cada individuo y viceversa. La configuración familiar es abordada como sistema abierto, receptor de información que deviene del medio, queda afectada por el entorno, intercambia información con él con el objeto de adaptarse y subsistir. El resultado es que cada uno de los miembros de la familia está atravesado por el medio.

Una de las características importantes desde la orientación sistémica es que su pretensión, su dirección, no conlleva modificar de forma directa la conducta problemática; en cambio dirige su mirada a transformar las dinámicas familiares y el patrón en el que se sustentan. Se centra en un camino más indirecto para intentar alcanzar un mismo fin, potenciando las dinámicas familiares positivas y fortalezas del sistema y de cada uno de sus componentes.

Los aspectos centrales de la terapia familiar sistémica son los procesos de comunicación ( la afectividad y emoción expresadas, rigidez, estilos comunicativos incongruentes a nivel analógico o digital), la asignación de lugares psíquicos (roles) y la urgencia de cambio de éstos; otros elementos serán la estructura clara o, por el contrario, difusa de la familia y los límites entre los intervinientes que pueden facilitar u obstaculizar la creación de una identidad propia y autónoma, la negociación de los conflictos, y ya por último, la dinámica del poder que articula las relaciones entre los intervinientes en el sistema familiar.

Entre las escuelas que llevan a cabo estas aportaciones sistémicas, mencionamos la escuela de Milán, la escuela estructuralista de Minuchin o la escuela de Palo Alto en California.

VIII. El modelo sistémico y Bateson

El modelo sistémico se precipitó en los años cincuenta paralelamente a la terapia familiar como una referencia conceptual para abordarla. Posteriormente ya se ha dado la imposibilidad de sostener la identidad entre modelo sistémico y terapia familiar. Este modelo de intervención, sistémico, se puede aplicar a otros formatos de intervención más allá del familiar. Y también como ya hemos visto en la primera parte se han desarrollado otros modelos de intervención familiar.

La terapia familiar nace a partir de la práctica de investigadores y terapeutas, en diversos puntos de los EE. UU., en la década de los años cincuenta. Los más indicativos son el grupo de Lidz en Yale (Lidz, Cornelison, Fleck y Carlson y el de Wynne en el NIMH-National Institute of Mental Health (Wynne, Ryckoff, Day, y Hirsh). El grupo que más destaca es el de Palo Alto.

En los años cincuenta parecía que se precipitaba el tiempo para el tratamiento conjunto de la familia. Pero el nuevo formato de intervención exigía también un nuevo marco conceptual. Así, las aportaciones Gregory Bateson, supusieron la emergencia de un nuevo modelo, el sistémico, al mismo tiempo que se precipitaba el formato novedoso de la terapia familiar.

En 1949 Bateson fue contratado como etnólogo en el Hospital de la Administración de Veteranos de la ciudad californiana de Palo Alto. Económicamente, a través de la Fundación Rockefeller estudió la comunicación y sus niveles; sus estudios giraron alrededor de la esquizofrenia.

Algunas de las nociones que el grupo que reunió Bateson se caracteriza por ser interdisciplinar, centrado en la investigación y tener un interés teórico que superaba el núcleo de la psicología o la clínica.

No se plantea la precipitación de una nueva forma de hacer terapia, sino que esta forma parte de la investigación. La respuesta que formulan las familias a las propuestas de los terapeutas la ubican como algo a observar y a estar muy pendiente de ello. Y también se precipita a la comunicación como un patrón de comportamiento de los seres vivos.

IX. Nociones del modelo sistémico

Este modelo lo fundamenta la mirada sobre los problemas y la actividad de los humanos como interpersonal. Es un cambio importante ya que históricamente el modelo clínico se basó en esquemas intrapersonales, y esta concepción queda, al menos de momento, de lado.

Consideran a la familia como un sistema y, de ahí que su núcleo sean las interacciones entre sus miembros. La causa no se sitúa en el individuo, ni proviene del pasado. Las acciones de una persona se explican en tanto lo que hacen otras. Por tanto, las emociones y pensamientos se vinculan a lo qué hacen los otros que le rodean.

El síntoma es explicado en función de la dinámica del sistema actualmente, no de lo que ocurre en su psique. El paciente es identificado por el sistema como tal y el objeto de estudio e intervención es una familia en la que se dan unas pautas comunicacionales, donde uno de los miembros su forma de conducirse es de forma sintomática y patológica. El síntoma es parte de una comunicación, un elemento más de la cadena interaccional.

El concepto de patrón interaccional articula que las acciones de un miembro influyen en la de los demás, y éstas a su vez en aquel armando una pauta recurrente. El concepto parte de la concepción de la familia como sistema cibernético que se retroalimenta de sus propias acciones. Cada acción es a la vez una entrada y salida para nuevas acciones en un proceso recurrente que sostiene, a la vez, mantener un cierto estado de equilibrio en el sistema.

Interacción diádica y triádica

Bateson formuló una forma de clasificar las interacciones entre pares de personas (díadas):

  • La interacción complementaria se basa en la aceptación, de la diferente posición entre un miembro y otro (posición superior e inferior). Las conductas que intercambian son diferentes, pero encajan. Tomemos el ejemplo de que uno toma la iniciativa y el otro la sigue. Estos patrones pueden darse entre muchos grupos de dos: padres e hijos, maestros y alumnos, médicos y enfermos, y en las parejas.
  • La interacción simétrica, los participantes tienden a situarse en el mismo nivel, a mantenerse en igualdad. Cualquiera de los dos puede ofrecer consejo, tomar la iniciativa, etc. Estos patrones varían o evolucionan en tanto sea el contexto o el momento de desarrollo de los interactuantes. Veamos la relación entre un jefe y un subordinado: es complementaria en el ámbito del trabajo, pudiendo ser simétrica cuando toman un café y hablan de ocio.La cuestión que puede acontecer es que la complementariedad es que se vuelva rígida. Que la diferencia entre la posición superior y la inferior no evolucione e impida el desarrollo del que se encuentra en posicionamiento inferior.En las relaciones simétricas se puede precipitar la cooperación; también con pequeñas alternancias de interacciones complementarias de corto tiempo de duración (con alternancia también en la posición de ambos miembros); la advertencia es que el peligro de la simetría es la escalada. Si alguno de los dos inicia a hacer movimientos en los que se ubica por encima del otro, sin favorecer la alternancia o negociación propio de la igualdad, puede resultar ser inaceptable y una provocación para el otro. El resultado invita a una respuesta similar en el otro, emergiendo un patrón que se denomina escalada simétrica.Al respecto, señalamos la simetría inestable, que se da cuando uno se impone al otro y este no se conforma y se ubica en mantener su posición. Finalmente, lo que se establece es un patrón continuado que no cristaliza en una relación simétrica.La ordenación sistémica propone los términos alianzas y coaliciones. Las primeras son proximidades de carácter natural entre miembros de la familia, Por ejemplo, al padre y al hijo presencian juntos deportes periódicamente (otros miembros, no). El segundo término indica asociaciones entre miembros en contra de otro. Es habitual que estas coaliciones se nieguen a nivel explícito (aun sabiendo de su existencia). En la situación que implica hacer que uno de los hijos se ubique en contra del otro progenitor, se denomina triangulación; los efectos no son nada beneficiosos para el hijo ya que la energía de que dispone se dirige a ello, en sustitución de oras que están más relacionadas con el desarrollo de su propia existencia.

X. Propiedades del sistema familia y técnicas

Anotamos las siguientes:

  • Causalidad circular. El comportamiento de un miembro del sistema está influido por el de los demás. Igualmente, el comportamiento propio ejerce influencia en los otros.
  • Totalidad. El sistema genera respuestas propias debido a la interacción; su resultado es más que la adición de sus partes.
  • Equifinalidad. Las personas pueden converger en el mismo punto a partir de caminos diferentes. Así, dos personas pueden alcanzar a despertar ansiedad a partir de diferentes estimulaciones.
  • Equicausalidad. Opuesto al anterior. Un mismo punto de partida puede derivar en diferentes conclusiones entre los miembros; un acontecimiento es vivido de diferente forma según la persona dada.
  • Homeostasis. La tendencia propia del sistema es encontrar y establecer un estado de equilibrio; conlleva la aplicación de cambios profundos con el objeto de que se mantengan en el tiempo; si se consigue que se inscriban en el sistema entonces se puede mantener los cambios en el tiempo; en caso contrario, la dirección será volver al estado original.

Las técnicas utilizadas son la prescripción de tareas, el desequilibrio, que comporta la alianza coyuntural y temporal con uno de los intervinientes del sistema con el objeto de transformar los límites familiares; otras técnicas serán la dramatización, luna nueva lectura y definición de los síntomas de un modo positivo, la intención paradójica o la instigación.

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