I. Labilidad emocional
Podríamos definir la labilidad emocional, también llamada inestabilidad emocional, cuando un sujeto ante las situaciones que se le presentan, ya sean externas y/o internas produce respuestas de expresión afectiva precipitándose un estado emocional de forma desproporcionada, opuesto, muy rápidamente y con mucha facilidad.
Puede darse que ante un estímulo de intensidad pequeña se precipite un afecto, por ejemplo, de reír o de llorar sin corresponderse la relación entre la intensidad del estímulo y la respuesta que ofrece.
La labilidad emocional implica una perspectiva ingenua, y también intolerante, ante ciertas presentaciones de la vida a veces incómodas; un sujeto con este problema tendrá dificultades ante el sufrimiento, la frustración y la incertidumbre; le sobrevendrá fragilidad, escaso autocontrol y autodisciplina en la medida en que no admiten de forma franca las emociones mencionadas, o también podemos decir que como consecuencia se va a precipitar un estancamiento, cuando menos, de su crecimiento emocional en ciertas áreas. El sujeto que lo vive es incapaz de conservar los afectos porque estos están sujetos a cambios según se encuentre el propio sujeto.
Una cuestión importante es que la labilidad emocional es un síntoma, no conformándose como trastorno o síndrome. Al ser un síntoma nos indica que se pueda dar en diversas formaciones de la estructura de la personalidad, esto es, que las acompaña; así está presente en estructuras neuróticas (histeria) y psicóticas bajo la forma de la depresión severa, mayor, en la psicosis; y en la histeria con precipitaciones de cambios emocionales rápidos sin aparente consistencia. Conviene señalar que también pueden vivirla sujetos que no están inscritos de forma clara a alguna patología.
En la depresión mayor, el sujeto puede seguirse de fases de aplanamiento emocional y falta de deseo a una tristeza profunda vida de forma intensa; son cambios del humor que puede alterar las relaciones con los otros, vinculados, sobre todo, a brotes intensos
Cuando acontece el trastorno bipolar, el sujeto es conducido a cambios repentinos del estado de ánimo, a variaciones en su estado emocional; se alternan episodios de manía (euforia y alegría) con episodios de depresión. La labilidad emocional es un síntoma muy presente en la bipolaridad.
Una de las versiones del trastorno bipolar, ciertamente más liviano, es la Ciclotimia, donde la labilidad emocional se precipita igualmente, aunque no de forma tan intensa como en los trastornos depresivos, que se mantienen en el tiempo de forma más duradera.
Igualmente, dentro de la psicosis, en el trastorno esquizoafectivo, la labilidad emocional también emerge a partir de su vertiente bipolar, siendo un elemento muy presente en este trastorno.
Los trastornos borderline, si bien acusan componentes psicóticos importantes sin conformar una estructura psicótica, también se ven caracterizados por síntomas relacionados con la labilidad emocional.
II. Características del síntoma de la labilidad emocional
Señalamos los elementos que conforman en definitiva este síntoma de inestabilidad emocional:
- Inicio abrupto y espontáneo
- Al ser cambiable el estado afectivo, su duración es corta, pasando de segundos a minutos
- Dificultad para controlar los impulsos
- • Presencia de afectos como la tristeza, el llanto, gritos, risas; pueden ser acompañados de movimientos corporales (excitación)
- No hay un control sobre esta presentación abrupta
- Desconocimiento de su significado por parte del sujeto
- Los episodios pueden repetirse varias veces a lo largo del mismo día.
- Incapacidad para el control de los impulsos
III. Consecuencias de la labilidad emocional
Las expresiones emocionables incontrolables adquieren las consecuencias de alterar la vida del individuo; son precipitaciones desconcertantes, sorpresivas, incomodas y difíciles de comprender por los otros, y por el propio sujeto, quedando afectadas el campus de las relaciones con los otros, desde las amistades a los propios familiares.
Estas irrupciones pueden cambiar los acontecimientos, desde el desarrollo de las actividades cotidianas, hasta las cuestiones laborales y de carácter personal. El sujeto, en un momento dado, se hace consciente de la ausencia de control que tiene sobre dichos cambios e impulsividades, precipitándose un importante malestar convocando a la insatisfacción sobre sí mismo. Por ello, las consecuencias de la labilidad emocional pueden desembocar en fatiga emocional, aislamiento social y aspectos depresivos en cuadros, sobre todos, neuróticos.
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